domingo, 21 de octubre de 2012

Dos Lolitas

Este año se cumple el 50 aniversario de "Lolita" de Stanley Kubrick, se mire por donde se mire una incuestionable obra maestra del cine. A mi parecer no ha sido suficientemente valorada (un 7'7 en Film Affinity es poco) debido quizá a su temática "escandalosa", una pasión amorosa por una niña apenas púber, que cualquier bienpensante considerará inmoral. He discutido con algunas personas, porque ver en Lolita simplemente una historia de pedofilia es tan reduccionista para mí, como decir que la Biblia es una historia de violencia o Lorca un moñas que escribía sobre asuntos de mariquitas. ¿Alguien dejaría de ver "El Padrino" porque salen asesinos mafiosos y no tragamos a esa gente? 

Aquí no resisto la tentación de transcribir un texto que me rechifla, de Giovanni Papini, en el que juzga sumariamente, en este vilipendioso estilo, las obras maestras de la literatura universal:
"Huestes de hombres, llamados héroes, que se despanzurraban durante diez años seguidos bajo las murallas de una pequeña ciudad, por culpa de una vieja seducida; el viaje de un vivo en el embudo de los muertos como pretexto para hablar mal de los muertos y de los vivos; un loco hético y un loco gordo que van por el mundo en busca de palizas; un guerrero que pierde la razón por una mujer y se divierte en desbarbar las encinas de las selvas; un villano cuyo padre ha sido asesinado y que, para vengarle, hace morir a una muchacha que le ama y a otros variados personajes; un diablo cojo que levanta los tejados de todas las casas para exhibir sus vergüenzas; las aventuras de un hombre de mediana estatura que hace el gigante entre los pigmeos y el enano entre los gigantes, siempre de un modo inoportuno y ridículo; la odisea de un idiota que a través de una serie de bufas desventuras sostiene que este mundo es el mejor de los mundos posibles; las peripecias de un profesor demoníaco servido por un demonio profesional; la aburrida historia de una adúltera provinciana que se fastidia y, al fin, se envenena; las salidas locuaces e incomprensibles de un profeta acompañado de un águila y de una serpiente; un joven pobre y febril que asesina a una vieja, y luego, imbécil, no sabe siquiera aprovecharse de la coartada y acaba cayendo en manos de la Policía." Para divertirse adivinando.

Bueno, dejemos aquí el inciso. Si no has visto aún la "Lolita" de Kubrick, hazte el favor de no dejar pasar más tiempo: píllala y disfruta del  soberbio guión lleno de inteligencia y ritmo que el propio Nabokov hizo de su magistral novela, con un comienzo glorioso tras el cual toda la película es un flashback; disfruta del incomparable reparto en el que James Mason, monstruoso, gigantesco, es el atormentado Humbert Humbert, enamorado con una pasión irracional de la inocente, candorosa, perversa, vulgar, misteriosa, y sensual Sue Lyon (Lolita), con secundarios de lujo, como Shelley Winters, como la pánfila y pesada madre y Peter Sellers en el papel más increible y polivalente que pueda imaginarse, como Quilty, el malvado seductor que "roba" a Lolita; disfruta de la bellísima fotografía en blanco y negro, de la música, del humor, del dramatismo, de la amargura y pellízcate después para despertar. ¿A que ha valido la pena?


En estas, me entero de que hay un remake de 1997, una "Lolita" más reciente, dirigida por Adrian Lyne. Como sus exitosas y muy taquilleras "9 semanas y media" y "Atracción Fatal" me habían parecido muy poco estimulantes, me temí lo peor. Mientras trataba de hacerme con una copia de su "Lolita", empeño este que resultó bastante difícil, iba mentalmente preparando los términos: bodrio, truño, ñordo, zurullo... Además, a estas alturas, ya sabía que había tenido mala crítica.


Cuál no sería mi sorpresa, cuando me encuentro con una película bastante digna. Algo inofensiva y, desde luego, lastrada por tener como precedente semejante obra maestra, pero se deja ver con agrado y, cosa del todo inesperada, juega sus propias bazas, la mejor de las cuales es una mayor fidelidad a la novela original, a la que se pega cuanto le es posible. Claro está, Nabokov, en el guión de la primera, pudo cambiar y adaptar cuanto quiso, nadie le iba a acusar de no ser fiel a sí mismo. puesto que eran modificaciones a su propia creación. Lyne sitúa la acción a finales de los años 40, convirtiéndola casi en una película de época, mientras la de Kubrick transcurre contemporánea a su estreno y la acción parece situarse a comienzos de los 60. Lyne se ciñe al libro revelando dos momentos que no están en la película de Kubrick: uno, un amor adolescente de Humbert Humbert que prefigura su pasión por Lolita y otro, el largo viaje por Estados Unidos que emprenden tras la muerte de la madre, viaje que les lleva por carreteras y moteles y es para Humbert el momento más feliz de su relación, lo cual, en la película de Kubrick, es una elipsis. También hay que apuntar, aunque  es casi innecesario, que la película de Lyne explicita muchísimo más el contenido físico de las relaciones entre Humbert y Lolita:  aquí la censura no está tan presente. Ni que decir tiene que esto dista de ser un plus para la "Lolita" reciente. Al contrario, le resta misterio.

Todo lo demás va en contra de la película de Lyne, que se queda ligeramente por debajo del notable. El ritmo es demasiado pausado: pasan muchas menos cosas que en la película de Kubrick y han desaparecido por completo del guión los diálogos vivaces, el ingenio y el humor. El reparto es, dejémoslo en... poco adecuado. Jeremy Irons es aquí un tipo demasiado joven para ser Humbert Humbert y es mucho más inexpresivo que James Mason, algunas veces oscila de soso a hierático y, solamente al final entra en el dramatismo de su personaje. Melanie Griffith, la madre, tiene un papel brevísimo y, aunque se esfuerza en ser gritona y desagradable, no encaja con lo que Humbert apoda "la vaca Haze". En  cuanto a Dominique Swain, la niña, es muy mona y actúa considerablemente bien, pero no tiene ni atisbo del morbo de Sue Lyon, cosa que compensan poniéndola más procaz y con quintales de maquillaje, aun así es un poco demasiado infantil. Ah, y a un Quilty muy correcto en su interpretación, cuya muerte se ajusta en todo al libro, sólo le vemos la cara, al final, en su primera y última escena, antes apenas hubo atisbos, un desperdicio. En la película de Kubrick se comienza por el final y Peter Sellers hace la escena de la ejecución de Quilty antológica, inolvidable, con su "ping-pong romano". Dos últimos apuntes, uno en cada platillo de la balanza: la "Lolita" de Lyne cuenta con una espléndida banda sonora, obra de Ennio Morricone, banda omnipresente en los muchos momentos en que la película se detiene para subrayar contenidos sentimentales. En el otro platillo, una fotografía muy suavizada, de tonos caramelo, al estilo del David Hamilton en "Bilitis" pone un innecesario marco dulzón y empalagoso a muchísimos instantes de la cinta. Si tienes tiempo. ocasión y ganas de ver los dos filmes, no estaría de más ver primero éste y dejar el más interesante, el de Kubrick, para el final. Si ya has visto uno, no dejo de recomendarte el otro.


 

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