lunes, 11 de marzo de 2013

Puertas En El Valle De Vió

Estos últimos días tuve la ocasión de pasar un fin de semana con mi familia en un lugar pirenaico verdaderamente remoto y escondido, el valle de Vió. Un sitio recogido y apacible, situado a caballo entre los más concurridos valles del Ara y de Añisclo. Nos instalamos en un acogedor albergue en el solitario pueblo de Buerba, que se dispersa en una planicie a más de 1100 metros de altura, con preciosas vistas sobre Monte Perdido y su entorno.

Pensé que tendría la ocasión de fotografiar alguna puerta rústica y antigua, de madera envejecida, con su dintel de piedra, con su punto de evocadora sugestión y de misterio, y no me equivocaba. Allí se encuentran dos tipos de casas: unas pocas ruinosas y otras, bastantes, rehabilitadas imagino que por hijos del pueblo que, hace algunas décadas, lo abandonaron en busca de mejores perspectivas laborales y vitales. Por asombroso que parezca, la red eléctrica no llegó a este valle apartado hasta hace diez años. Si algunos conservaron la vivienda y prosperaron un poco, es probable que la hayan restaurado en estos últimos años para utilizarla como residencia durante las vacaciones.
 En ésta época del año, los pueblos están casi deshabitados. Son núcleos muy pequeños, con accesos muy difíciles: una carretera muy estrecha y revirada trepa trabajosamente hasta ellos, entre fajas abandonadas, pastos pobres y masas arbóreas poco cuajadas. Quedan por aquellos andurriales unos pocos pastores y algunos neorrurales, éstos parecen el único futuro posible en el valle y sus pueblos, ya que han decidido aposentarse aquí en lugar de en Katmandú. En verano la población se incrementa considerablemente en la zona, debido a que es ideal para el barranquismo, ocupación que goza del beneplácito de muchos ciudadanos, que acuden aquí dispuestos a aprovechar sus vacaciones, practicando un deporte que es una sustanciosa fuente de ocupación para los traumatólogos.
Vió
En esta puerta de Vió, he conservado en el encuadre la ventana y una buena parte de la fachada, para que se advierta la armonía de las proporciones en la contrucción. Aquí las ventanas son pequeñas, porque en el largo y frío invierno dejarán escapar menos calor.
Buerba
En esta otra de Buerba, vuelvo a reincidir en lo mismo. Esta es de arco, con un dintel pintado con azulete, pero encuadro buena parte de la fachada para que se vea su modesta y natural obra de cantería y la armoniosa disposición de las ventanas. Esta debía de ser una “casa bien”.
Gistaín
 Aunque me resisto a dejar el tema sin poner esta otra que he encontrado, que forma parte de la colección de las que fotografié en Gistaín y que adjunto ahora, porque es una preciosidad y “pega” con las otras. De Gistaín, como es un núcleo más grande, aún tengo más.
Esta es la puerta a una vida más sencilla, con menos necesidades y exigencias pero, ay, más dura y azarosa, más pegada a la supervivencia. Una vida que todos añoran pero ya casi nadie quiere llevar.    

1 comentario:

  1. Magníficas fotografías en las que se aprecia los efectos provocados por la lluvia y la nieve en las puertas.

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