domingo, 20 de octubre de 2013

Castillo De Monzón: Vistas Nocturnas

Desde lo alto del cerro de la Alegría, hace ocho días, tomé esta vista del castillo de Monzón, en esa hora entre incierta y mágica en que cae la luz del día y los faroleros del municipio van encendiendo las luces de las calles y la lujosa iluminación que, sobre el cerro de areniscas y arcillas, hace destacar orgullosamente la fortaleza templaria. Seguramente he caído en una ensoñación infantil. Los recortes de hace cincuenta años sustituyeron la afanosa figura del farolero por unas prosaicas células fotoeléctricas que, al declinar los rayos solares, accionan las luces artificiales, o algo así.

 
El 3 de mayo de 1969 el, a la sazón, Ministro de Información y Turismo del régimen, el señor Fraga Iribarne, que luego sería lendakari de Galicia, llegó a Monzón y, dicen, prometió convertir el castillo en un Parador Nacional. La promesa quedó en nada y uno se maravilla al imaginar de dónde hubieran sacado los turistas para ocupar un establecimiento hotelero de tanto pedigrí, porque Monzón, por diversos motivos, no es Pineta ni Teruel. Así, durante bastantes años, el castillo siguió siendo una ruina irredenta, a la que varios porreros ocasionales nos encaramábamos algunas noches de verano, corriendo el riesgo de flipar bien fresquitos.

 
Las posteriores rehabilitaciones y restauraciones se encargaron de poner coto a la degradación de este Monumento Nacional, que es el emblema más reconocible de esta pequeña ciudad del Cinca Medio. A mí particularmente, como fotógrafo amateur, me gusta su aspecto con la iluminación nocturna, que lo engalana los fines de semana y días festivos. Considero que tiene mejor aspecto que a la cruda luz diurna, aunque cuando refleja la luz del atardecer también tiene una apariencia no desprovista de belleza. Aunque su faz nocturna está muy vista, no he podido resistir la tentación de reflejarla aquí. Y en tamaño de fondo de escritorio, toma ya.


 
 
 

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