jueves, 28 de noviembre de 2013

"Religión En Las Aulas" (La Película De La Educación En España)

Alfredo Pérez, nuevo ulema del laicismo, vigoroso aglutinante del “todos contra el Pepé” dada su condición de Jefe del Gobierno en la Sombra, que saldrá a la luz apenas haya unas elecciones y las gane, ha vuelto a destapar uno de los puntos fuertes de ese programa electoral que los socialistísimos han conseguido mantener virgen e inmaculado, intacto tras 21 años de mandato: España se convertirá en un Estado laico, la religión saldrá de las aulas y se denunciará el actual Concordato con la Santa Sede, vigente desde 1979. Si a estas alturas creyera yo una sola palabra de lo que dice este hombre, no me quedaría más remedio que votarle. Claro que, si les haces caso, también iban a legalizar las drogas blandas… (en Uruguay).
 

Andan los tiempos revueltos. El Gobierno vence, pero no convence, porque convencer es persuadir y el actual ejecutivo impone la fuerza bruta de su mayoría absoluta (perdone, señor Unamuno por la paráfrasis, usted que tuvo los huevos de soltarle esta parrafada en las narices a Franco). La ley del señor Wert ha cabreado a toda la comunidad política: los separatistas dicen que de ninguna manera se estudiará en sus fincas ni media palabra más de castellano; socialistas y comunistas (que ahora se llaman izquierda plural, su etiqueta primigenia, después de lo de Ceaucescu, anda un poco desprestigiadilla) dicen que es retrógrada y anti igualitaria y mete más religión en los centros, amén de favorecer a los concertados… Dicen también que con la coalición gobernante que saldrá de las próximas legislativas la derogarán en un pispás (y están en su derecho, faltaría más). Pero en este torrente de razonamientos, resumidos con habilidad y contundencia en consignas para ser coreadas detrás de las pancartas, hay aspectos oscuros que no acabo de pillar (menos mal que ya no ejerzo el oficio de enseñante).

Uno es el de la “calidad de la enseñanza”, con la que todos se llenan la boca (sí, hasta los actuales legisladores, no en vano LOMCE pretende significar Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa y no Ley de Ocultación de las Miserias de los Centros de Enseñanza). Lo triste es que vamos camino de conseguir una enseñanza de una calidad comparable a la de algunas madrasas de Afganistán. Ignoro si las huelgas son un esfuerzo eficaz para mejorar la calidad educativa (si fuera estudiante, por supuesto, así lo creería), del mismo modo que ignoro si favorecer a la concertada es la razón última de la ley. Lo que sí me parece axiomático es que en una enseñanza igualitaria y del “modelo comprensivo e integrador”, como la que hemos disfrutado hasta ahora, lo primero que se sacrifica es la calidad, eso lo sé de primera mano. No se pueden tener los huevos y la tortilla. El modelo de enseñanza vigente tiene indudables virtudes pero, ay, la calidad no va a ser una de ellas, a las pruebas (PISA) me remito, la cosa es como en un bazar chino, encuentras de todo, eso sí.

 Entonces, claro, está lo otro, una enseñanza exigente y selectiva, en la que se valore el esfuerzo y el talento, que sea vehículo de promoción social… ¿Es eso lo que traerá la LOMCE? Sinceramente, no lo creo. ¿Es eso lo que queremos? Tampoco. En realidad queremos medios materiales (elevados presupuestos, dotaciones, ayudas y becas) para todos los estudiantes, independientemente de que vayan a dar golpe o no… Y claro, al parecer, los recursos no los manda el cielo (como simula creer la izquierda en este país), sino que salen de los impuestos y si van, por ejemplo, a educación, no van a autovías o a embajadas catalanas en Canadá. Esto deberían enseñarlo en escuelas e institutos, donde los alumnos rallan (con el rallador) la mesa, porque no saben que su padre la ha pagado con el IVA incluido en el precio de la cerveza que se toma.
 
Wert intenta agredir con la LOMCE
a un niño infiel
Pero me estoy andando por las ramas y no me llamo Ramón. Yo venía hoy a hablar de religión, del Concordato y del inefable Freddie (Pérez Rubalcaba), al que le diría, usurpando las palabras del Jedi Yoda, “hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”. Con todos mis respetos, yo soy también muy pero que muy partidario de una enseñanza laica en un Estado laico, donde la religión pase a la esfera de lo personal y privado, pero, chaval, siempre decís que la vais a quitar y que ya mismo la quitáis y cuando gobernáis aun metéis más religión en las aulas, que vais a ir al Cielo por delante de los de la derecha. Con José Luis Rodríguez “el Puma” (de León), las horas de religión se incrementaron en el currículo y no solo eso, en lugar de sacar al obispo de las aulas, metieron al ayatolá, al rabino, al telepredicador y, si les llega a dar tiempo, al brujo de la tribu, menudos “laicos” de pichorreta.

Las confesiones religiosas deberían financiarse con las donaciones de los fieles y creyentes (y enseñar religión en sus lugares de culto), igual que los colegios privados deberían financiarse con las mensualidades de sus alumnos, y los sindicatos y partidos con las cuotas de los afiliados, pero en este país el robo está institucionalizado, las “mafias” se sientan en el Parlamento y a la “derecha” y a la “izquierda” les parece bien, les viene de perlas, claro.

De todas formas, si yo fuera un militante del autoritarismo progresista y formara en las filas del sector Pol Pot de la izquierda-plural-con-derecho-a-decidir, tampoco estaría muy preocupado con la educación religiosa que, hoy en día, se imparte en los centros: de la misma manera que un alumno medio de primer ciclo de secundaria no es capaz de situar Palencia, Badajoz, Tarragona y Toledo en un mapa mudo de España y cree que dos al cubo es seis, difícilmente completará la lista de los Sacramentos y ya no digamos la de las virtudes cardinales (verticalidad, regate, asistencia y... ¿cuál era la otra?) Los tiempos han cambiado, vale, el saber libresco anda de capa caída en todas las materias del currículo y hasta que no hagan una versión para tablet del Catecismo, nuestros alumnos corren un riesgo escaso y superficial de adoctrinamiento catequístico. No hay peligro de que adquieran una sólida cultura religiosa, pues.
 
San Juan Bosco,
uno de los fundadores de la concertada
Así que tranquilo, señor Rubalcaba, la Iglesia es “un tigre de papel” y no el muro con el que sus correligionarios creen topar una y otra vez. Cuando gobierne, si tal dicha se derrama sobre los ciudadanos españoles, saque la religión de las aulas, con toda tranquilidad. Los partidarios de la catequesis pública que le montarán una manifestación en Madrid, dejarán vacíos el noventa por ciento de los autobuses que llenan los separatistas en sus folclóricas correrías. Y la satisfacción de sus bases al ver que, por una vez, cumplen alguna de sus intrépidas promesas, no tendrá límite.

Si además se les ocurre un sistema razonable para eliminar la concertación de centros educativos, de tal manera que, los que así lo decidan, puedan incorporarse a la red pública con todas sus consecuencias y los que no lo vean claro, pasen a convertirse en centros privados, viviendo de las tarifas que por sus servicios educativos cobren de su alumnado (y no del contribuyente como hasta ahora), si tal cosa se les ocurre, digo, y tienen los arrestos políticos para llevarla a cabo, como ciudadano laico me alegraré una enormidad. Y tendré que cambiar de opinión respecto a ustedes: acabaré pensando que son unos socialdemócratas, en lugar de lo que pienso ahora que son, que no lo voy a decir por si fuera constitutivo de un delito de opinión.

San José De Calasanz
explicando la LOMCE a los Escolapios

 
 
      

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