sábado, 7 de diciembre de 2013

Homenaje A La Constitución. Nadie Te Quiere Ya

No parecía posible, pero ayer asistimos a la celebración más raquítica, amorfa y desmotivada del día de la Constitución de los últimos 35 años. Es un tema que ya no tiene presencia ni en los colegios. Creo que, para ser éticos, deberíamos solicitar la abolición de este largo e insulso puente.

Me desayuno esta gélida mañana con la noticia de que hay contactos y conversaciones entre el Jefe del Gobierno y el Jefe de la Oposición para la reforma del texto constitucional. Parece como si esta reforma formara parte de las demandas políticas más acuciantes del momento. Todos los españoles hemos caído en la cuenta de que esta constitución ya no nos pone y, en consecuencia, queremos cambiarla en cuanto pasen las navidades.

A mí me parece un ejercicio de frivolidad espeluznante, por un sencillo motivo: esta Constitución que tanta indiferencia despierta, fue fruto de un consenso que hoy en día, sinceramente, no creo posible. Una constitución es letra muerta cuando el cuerpo político y la ciudadanía por él representada, no la consideran el conjunto de normas y principios básicos que rigen la vida pública en el Estado.

He leído la Constitución de 1931 y es un texto fabuloso, sin embargo hoy sabemos que su utilidad fue, más bien, moderada. Dígaseme ahora en qué texto constitucional veríamos reflejadas y canalizadas las aspiraciones soberanistas vascas y catalanas, quién lo redactaría y cómo se obtendría un mínimo de entusiasmo colectivo por el nuevo marco de relaciones. Es un chiste. Es como si yo fuera el encargado de redactar los estatutos de unificación de ETA y Al-Qaeda, seguro que no salía nada que les fuera a complacer.

Bueno, yo quiero reiterar un modesto homenaje a nuestra casi obsoleta piedra angular del edificio legislativo del Estado español. Desearía conjurar el miedo que me dan aquellos que dicen que ninguna constitución podrá frenar sus aspiraciones colectivas (es como si dijeran, como conductores libres, no aceptaremos la imposición de ningún código de la circulación) y déjeseme reiterar la obvia pedagogía de que un buen texto constitucional no satisface a nadie, pues para unos es el techo de las concesiones que pueden otorgarse, mientras que para otros es apenas el punto de partida de sus pretensiones.

Pondré aquí, por si algún día quiero consultarlo, el nombre de los siete próceres que parieron esta poco espectacular pero práctica carta magna: Gregorio Peces-Barba (PSOE), Miquel Roca i Junyent (CiU), Jordi Solé Tura (PSUC), Gabriel Cisneros (UCD), Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (UCD), José Pedro Pérez-Llorca (UCD) y Manuel Fraga Iribarne (AP). Por orientación política, predominaron las derechas (5/7) y por procedencia territorial madrileños (2/7) y catalanes (2/7)(¡¡Curioso dato para decir a estas alturas no sentirse representados!! Murcianos no había ninguno).

Para animar la celebración, he escogido un bonito tema del más grande grupo musical que hubo en España en los tiempos preconstitucionales: los Brincos, cuya alegre melodía pone un festivo marco de referencia a las imágenes que he seleccionado de internet, guiándome por su pertinencia respecto del evento.

Y f+elicito desde aquí a la biznieta de la Pepa.
 
 

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