domingo, 22 de diciembre de 2013

¿Quién Pide Justicia?

Una de las satisfacciones que me produjo, en mi juventud, la tenaz escritura de poemas a altas horas de la madrugada, en estados variables de alteración psíquica, fue la posibilidad de ser hermético. Un gran poeta decía dirigirse “a la inmensa minoría”; otro, éste un admirado letrista de canciones, afirmaba “escribo para saber lo que pienso de las cosas”. Influido por ambos, yo escribía para experimentar una especie de cortocircuito, en el que oscuras intuiciones se alumbraban como intuiciones oscuras.

Aquí, en el soneto que hoy transcribo, subyace la intuición de que (¡cómo no!) la vida no es justa (ni políticamente correcta). Somos reos de vida, lo que significa que, a todos y cada uno, la vida nos ha condenado a muerte y no hay palabras para expresar la trágica enormidad de lo que, el mero hecho de la existencia, nos depara y, pese a que, en todo momento, lo peor está por venir… Ya sabía yo que me iba a perder, bueno, lo mejor será dejar aquí el poema y ver si alguien se lo encuentra y descifra su significado, en el caso de que tenga alguno. 

 
 ¿QUIÉN PIDE JUSTICIA?

 La vida se resume de un plumazo
si el pérfido vitral la reproduce
al trasluz sublunar, y no seduce
la estampa del ahorcado con su lazo

 a quien, con su lazo ahorcado, conduce
su gemido de espuma, su capazo
lleno de flores mustias, su cedazo
servil y una linterna que no luce.

 Mas hoy no quiero hablar de frustraciones,
dejemos tan intrépida tarea
al que aspire a ser rey de maricones.

 Si el mar cumple puntual con la marea,
corruptos jueces cumplan sus funciones
y atícenle al ateo con la tea.




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