jueves, 30 de enero de 2014

Tella Y Sus Ermitas 1. Ermita De San Juan Y San Pablo

Si fuera víctima de una sibilina encuesta con una pregunta rastrera del estilo de ¿cuál es para ti el rincón de mayor belleza de todo el Pirineo? debería callarme, pues ni mucho menos conozco todo el Pirineo, pero como soy dado a las respuestas garrulas e irreflexivas, antes de parpadear contestaría “Tella”. Y me quedaría tan ancho.

 Ya hace algún tiempo que quería publicar una entrada con impresiones y fotografías de este lugar inaudito, pero tenía tanto material que no sabía por dónde empezar. Al final en lugar de teclear tres o cuatro folios y adjuntar diecinueve fotos, he optado por fraccionar el asunto, en un intento de hacerlo más llevadero, por un lado, y no dejarme nada, por otro. En próximas entradas iré añadiendo más comentarios y más imágenes relativas a este tema que me motiva de lo lindo.

 
Subimos por la carretera que recorre el valle del Cinca y lleva hacia Bielsa y hacia Francia, partiendo de Aínsa y, pasado Hospital de Tella, antes de meternos en el sobrecogedor desfiladero de las Devotas, tomamos un empinado y estrecho ramal asfaltado que sale a mano izquierda y, unos ocho o diez interminables kilómetros más tarde, llegamos al techo del mundo. Tella es un pueblo más que pequeño, diminuto. No cuesta nada imaginárselo, durante siglos, como un lugar perdido en el que unos cuantos aldeanos vivían en una economía de montaña, propiamente de subsistencia.

 
Si no fuera, claro, porque en un radio de apenas un kilómetro nos topamos con una iglesia parroquial y tres ermitas. Las ermitas son hermosas, sin duda, pero lo que hace que tengamos que frotarnos los ojos, es el asombroso conjunto de piedra, verdor y cielo que forman los tres edificios sembrados en la roca, con el majestuoso, incomparable paisaje, lo que ahora se llama el entorno.

 
La presencia del más allá, del misterio, de lo sobrenatural es, en este lugar, casi palpable, casi sensorial. No es nada extraño, por tanto, que hombres de todas las épocas, desde los remotos constructores del dolmen, pasando por hechiceros, druidas, brujas, sacerdotes de olvidados cultos paganos, hasta llegar a la heredera reciente de la creencia en “lo otro”, la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, se hallan aposentado aquí en la búsqueda del contacto con esa otra realidad que hoy en día, ay, nos es tan esquiva, tan lejana, tan ignota.

 
Hoy sólo colgaré fotos de la Ermita de San Juan y San Pablo (dos pesos pesados), que con la proverbial economía de palabras que nos caracteriza a los aragoneses (menos a mí), se han contraído en San Juanipablo (ver mapa). Es fama que se trata de la ermita más antigua de todo el Sobrarbe, consta de una nave rectangular, rematada por un único ábside. En su interior (accesible, de momento) hay una curiosa cripta. Con ser muy linda y asaz románica, lo que corta la respiración es su enclave, junto al Llamado Puntón de las Brujas, con la montaña del Castillo Mayor al fondo. Para creer en la magia, vamos.
 
 
 
 

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