lunes, 31 de marzo de 2014

Repulsivos Y Fascinantes Arácnidos

Una de las experiencias que más perplejidad le producían al mediocre profesor de “Ciencias de la Naturaleza” que fui en una vida anterior, es la siguiente: cuando intentaba introducir a un grupo de tiernos infantes en el conocimiento básico del otrora llamado Reino Animal, me encontraba con que todos sabían una barbaridad de datos sobre los tipos de animales más mediáticos. De la mano de las nuevas tecnologías, los documentales del National Geographic, la televisión y otras fuentes, se habían empapado de una información exhaustiva sobre la orca y el lobo gris, los delfines, los elefantes, las jirafas, el oso polar y los pingüinos… A cambio ignoraban prácticamente todo sobre las gallinas y los cerdos, no habían tenido contacto real ninguno con bichos no tipificables como mascotas y costaba casi un trimestre consolidar cualquier conocimiento formal de zoología, por muy básico que fuera: como que diferenciaran entre vertebrados e invertebrados, o que supieran cuántas patas tiene una hormiga, o cuántos dedos tiene un caballo en cada pata, o de qué está cubierto el cuerpo de los peces y otros ítems por el estilo.

 
Los más perjudicados por este sesgo de conocimientos eran los pobres artrópodos, reducidos a la infame condición de “bichos asquerosos” y englobados universalmente en una categoría sujeta a la más pertinaz animadversión: todos pican, muerden, pellizcan o irritan, son dañinos, peligrosos, molestos, feos, malolientes y sucios. Hasta las mariposas tienen un cuerpo peludo que “da cosa”, De este modo, cuando cualquier insecto o cualquier arañita se colaba en el aula, cundía la histeria colectiva: “¡Aaaah, nos va a picar! ¡Mátalo, mátalo!” Con un poco de suerte, el bichito se iba volando por la ventana o se perdía de vista, antes de que el más aguerrido de los muchachos le estampara el cuaderno de Conocimiento del Medio en su indefensa anatomía.

 
En lo que a mí respecta, como amigo personal de Spiderman, siempre he tenido una simpatía especial por la paciente e industriosa araña. Recuerdo cuando pasaba los veranos en Francia, en casa de mis abuelos, donde el clima suave y húmedo las hacía visibles a todas horas, que hasta memoricé un refrán: “araignée du matin, chagrin ; araignée du midi, souci ; araignée du soir, espoir”. Esto se podría traducir como: “araña por la mañana, berrinche; araña al mediodía, problema; araña al atardecer, esperanza”, que vaya usted a saber por qué lo dirán, aparte de por la rima. Volviendo a mi vieja amistad con Spiderman, cuando éramos jóvenes, busqué material gráfico para confeccionarle y regalarle una revista erótica adaptada a sus gustos. Como, al final, no se la pude dar, se la pongo aquí para que les silbe a las arañas más guapetonas.
 
Fotografié este vigoroso ejemplar en Zugarramurdi,
en agosto de 2009
   
 

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