miércoles, 7 de mayo de 2014

Elogio Del Voto Nulo

Admitiendo que la democracia es una mera representación formal, he de inclinarme a confesar que la representación a la que estamos asistiendo en los últimos tiempos es de una muy baja calidad. Y, en estas, se acerca una nueva convocatoria electoral, Dios nos pille confesados. Decir que todas las candidaturas que van a entrar en liza me han defraudado o me merecen una desconfianza absoluta, sería un tanto exagerado por mi parte. Pero esta vez lo voy a decir. Y aunque el voto es secreto voy a hacer un secreto a voces del mío: he decidido votar nulo.

No me extenderé sobre la incompetencia y ruindad de la clase política: seguramente tenemos la que somos capaces de apreciar y merecer. Uno, si fuera lo bastante ingenuo, hubiera podido soñar con unos gestores capaces de predecir y atajar la crisis, afrontándola con medidas imaginativas, valientes y honradas, que no hicieran recaer sus consecuencias en los lomos habituales, pero ¿dónde encontraríamos semejantes gestores en el mundo en que vivimos? Nos hallamos ante una imposibilidad metafísica: o bien no existen, o bien no tienen la menor posibilidad de aflorar en la jungla política… Y así nos encontramos con los incapaces de turno que, o piensan que los ciudadanos somos estúpidos y nos tragamos sus explicaciones de chicha y nabo y sus propuestas de Pero Grullo, o son malvados y piensan que de nuevo van a escamotearle al público sus chanchullos y componendas, viviendo de baracalofi los próximos cuatro años y los que vengan.


Por supuesto que nada de esto cambiará si un voto de más o de menos va a Cañete o a Cañuto, éste es el motivo que me ha hecho optar esta vez por la diversión.

Cuando uno está disgustado con los aspirantes, lo normal es optar por la abstención. Una abstención muy elevada testimonia desafecto o descontento, pero tiene un severo inconveniente, que se evidencia cuando los capitostes de los partidos, en la misma noche electoral, hacen balance de los resultados: si te has abstenido, todos te apuntan a su bando. Sale Mariano Dino, jefe del Partido Aristocrático y dice: “nuestros electores son célebres por su vagancia y dejadez y han preferido quedarse en el loft durmiendo la siesta”. O sale Susana Conda presidenta del Partido Endós y dice: “nuestros votantes se han abstenido porque abren los colegios electorales demasiado tarde y los cierran demasiado pronto y además, llovía”. A mí, cuando no he ido porque he pensado “que les den”, luego me irrita sobremanera que me tomen por un votante suyo que se ha confundido y, en vez de echar la papeleta en la urna, la ha metido en el buzón de la esquina por despiste.


Otra opción sería votar en blanco: esto sí que es inequívoco, transmite el mensaje de que “todas sois iguales”, aunque el inconveniente es que no hay papeletas en blanco, con lo cual, o te la tienes que traer de casa, o echas en la urna el sobre vacío. Y da corte, porque se nota… Además es una sosada y, por el mismo precio, puedes dedicarles una ingeniosidad, una queja o una burla.


Queda así el voto nulo como “venganza” y “manifestación de cabreo”, “disconformidad con aquellos que no nos representan” o “rechazo a la partitocracia”. De este modo, si no sabes a quién votar, pues se lo dices claramente a la parroquia allí reunida, o alegras la insípida jornada del Presidente de la Mesa y de los Vocales. Los Interventores de los partidos se chinchan y tú te tronchas todo el día, pensando en la sandez que se te ha ocurrido y has puesto en la papeleta.


Se puede optar por diversos tipos de voto nulo:

1. Simular ser una viejita temblorosa y meter dos papeletas juntas en el sobre. Ideal para causar perplejidad si se hace con dos opciones políticas muy contrapuestas.

2. El rayujo que tacha el nombre de uno o varios candidatos. Sensacional para dar a entender que lo tuyo es que estás a favor de listas más abiertas y en contra de la tiranía del aparato de los partidos.

3. El mal gusto: una frase chabacana y soez, una maldición o blasfemia, un dibujo de corte pornográfico o unas manchas de pintura simulando sangre o mierda seca, es para los que quieren mostrar un mayor grado de resentimiento y cabreo. Yo lo desaconsejo, porque se vierte el mal rollo sobre los integrantes de la mesa electoral que no tienen la culpa de nada.

4. Una frase reivindicativa en la papeleta: contra más ingenua y entrañable, tiene más gancho; “no a los vertidos tóxicos”, “acabad con el paro, sinvergüenzas”, “salvemos la fauna marina” o “más carriles bici”, pueden servir, si no se te ocurre nada mejor… Seguramente esto ya lo llevarán algunos partidos en su programa, pero no te molestes en votarles si de verdad te tomas en serio alguna de estas u otras reivindicaciones.

5. El humor. Una chorrada divertida, una ocurrencia, un chascarrillo, un dibujo… algo que alegre la larga jornada de los que han estado allí pringando y contando papeletas. Yo optaré por esta última propuesta. Como he hecho alguna otra vez, elaboraré una papeleta de un partido fantasma (por ejemplo PCHOE, Partido del CHoriceo Organizado Europeo), luego pondré un recuadro con un pictograma apropiado (en este caso, el esquema de un chorizo de sarta), y luego una lista de “candidatos” imaginarios con nombres bizarros y estrafalarios. Por ejemplo:

Vicente Rador                   Germán Gante                  Jacinto Lerante

Esteban Dolero                Ernesto Fado                    Fermín Galarga

Carmen Drugo                  Eusebio Ladores               Aitor Tillades Pinacas

Jaime Locotón                  Pío José T.                         Elena Jenado

Nicodemo Roides            Ester Colero                      Elsa Poviscoso

Santiago Rinillo                Olga Zana                          Inés Perta

Edgar Banzo                      Francisco Merrabos        Eladio Porculo

Y así hasta los que hagan falta, incluidos suplentes. Vigilar la paridad y confiemos en que ningún padre haya sido tan desaprensivo cuando fue al Registro Civil.


¿Qué os parece? Espero haber ofendido a todos por igual.

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