lunes, 29 de diciembre de 2014

Pablo Iglesias, Español Del Año

Desde que publiqué la muy desnortada entrada “Podemos (Pero No Sé Si Queremos)”, la cual tuvo un éxito comparable al de un burka en la fiesta del Orgullo Gay, han pasado más de seis meses, en los cuales el personaje que hoy me trae aquí, esta mezcla de telepredicador del Medio Oeste y vendedor de crecepelo de las ferias de la Gran Depresión, ha pasado del golpismo tertuliano a postularse como muy serio candidato a Primer Ministro del País de las Mierdavillas.

Es obvio que el destino de una nación lo decide el vigor de los jóvenes, antaño en sangrientas batallas y hogaño en abundantes, tupidas y locuaces redes sociales, con el movilizador y mágico pásalo. “Rajoy corrupto, Europa apesta, pásalo”. De hecho, nuestro simpático personaje se jacta de haber sido, vía SMS, el manipulador que hizo frente a la torpe e infructuosa falsificación del PP, durante aquél atroz 11-M, cuyos réditos políticos, hábilmente explotados, nos condujeron a la fecunda etapa de Zapatero.

Hoy, aprovechando amplísimas masas sociales política e intelectualmente inanes, lo vemos en la cresta de la ola, mucho más allá de donde llegó el también muy mediático padre Apeles. Los sondeos lo convierten en la ¿segunda? ¿primera? fuerza electoral del país, con la magra ayuda de un recetario político, económico y social, extraído del catecismo masticable que alimentó a los más canelos de entre los progres pequeñoburgueses de hace cincuenta años. En síntesis, lo podemos ubicar a mitad de camino entre Bob Marley y el Che Guevara, ambos en versión de Andy Warhol, e incluso lo  oiremos reivindicar a Cristo que, como nadie ignorará, se hubiera inscrito en un círculo de Podemos, apenas su trotecillo sobre las aguas le hubiera llevado a la orilla adecuada.

Hay otra cosa que me descoloca con el jambo este: daba yo en pensar que, teniendo en cuenta sus eslóganes más recurrentes, sus olés al chavismo, sus “que paguen los ricos”, sus “hay que acabar con la casta”, iba a tratarse del candidato de los sans-culottes, la chusma más pordiosera, las masas hambrientas que abarrotan este país, aquellos que no tienen nada que perder. Pues te jodes, Himphame, para tu sorpresa, el supporter típico de Podemos es un joven universitario de la generación más preparada de nuestra historia, según algunos medios, aunque dada la fauna que pulula por allí, el que alguno tenga una sobrinita que sepa sumar con los dedos, debe parecerles cosa inaudita, digna de maravillado asombro.

Un líder un tanto mesiánico

Uno imaginaba, erróneamente, que nuestro joven revolucionario trincaría en el caladero de los antisistema y se consolaba, como persona de orden, pensando que allí hay poco que hacer: unos cuantos miles de indignados toman las calles, vuelcan containers, apedrean escaparates, queman basuras, se lían a adoquinazos con la policía y luego se van a su casa tan campantes, olvidándose de ir a votar, porque votar es de pringaos. Pues no: resulta que el mensaje mediático del joven líder ha estado tan bien medido, tan bien orquestado, que ha cuajado en el horizonte una mayoría que “piensa abrir el candado del 78” (es decir, ya no asumen el modelo de la transición), “ha decidido acabar con los privilegios de la casta” (es decir, subdividir al país, para crear una nueva y pujante caterva o camarilla que encuentre sus propias baronías por esquilmar) y “piensa devolver la soberanía al pueblo” (para que el pueblo agradecido aclame a sus nuevos bienhechores). Como ya dijo Salomón, no hay nada nuevo bajo el sol

Pastoreado en una entrevista televisiva por una tal Ana, el chaval muestra, armado tan sólo con sus arrolladores eslóganes, su completa carencia de un proyecto de índole práctica, de un programa concreto de actuación más allá de los buenos deseos, de esas buenas intenciones de las que está el infierno lleno. Da la impresión de que una asamblea formada por todos los ciudadanos de este impreciso país, estudiará todos los temas para llegar a todos los acuerdos, lo contrario no sería democrático. Este ultraconsenso, por supuesto, puede llevar años (y años) alcanzarlo. Y lo que interesa es qué hacer, qué medidas tomar mientras, durante las deliberaciones: ahí nos deja en el terreno de las sospechas. Las mías son funestas e históricamente muy documentadas, pero son las de una minoría invisible que no cuenta.

Ah, eso sí, en su haber anotaré el nerviosismo causado en algunos de los elementos más despreciables de camarillas que, hasta ahora, han disfrutado de la más absoluta falta de contestación. El señor Mas, a quien usted negará su abrazo, ha hecho decir que es usted el “caballo de Troya” de los nuevos tercios castellanos y los cowboys de Bildu, a quienes usted, pese a todo, admira por la excepcional puntería política que demostraron, le han recordado a Francisco Llera, responsable de un euskobarómetro que le pone a usted muy bien implementado en la patria vasca, le han mencionado al señor Llera, digo, que los resultados se han de determinar en primer lugar, las encuestas, si son necesarias, los confirmarán después.

No le he dicho al joven líder de los demócratas incorruptibles, ni creo que le interese, cual es mi hipótesis acerca de sus elevadas expectativas de poder, pero lo haré ahora, de todos modos. Aprecio que vivimos en un país que, con todo lo que ha pasado, se desprecia y se da a sí mismo el suficiente asco como para romper la inmundicia que ha cuajado en la situación anterior. Me baso en el voto esperado, procedente de grupos sociales de la pequeña burguesía y de la clase media: no es que estos sectores estén desesperados, pero han visto quebrarse la línea ascendente de sus expectativas de progreso material y de bienestar y se van a lanzar en brazos de usted, señor Iglesias, creyendo que les va a devolver el mundo de comodidades sociales y derechos materiales que se ha esfumado para siempre. Usted, obviamente, no les va a poner el tercer coche en el garaje, ni la segunda vivienda en la Manga del Mar Menor, pero mientras esto se aclara, podrá hacerse rico como sus predecesores (o mucho más, como alguno de sus admirados dictadores tercermundistas).

Y hablando de dictadores, me parece pertinente concluir, para exhibir mi memoria histórica, con un chiste de Franco, un chascarrillo que viene al pelo: Franco está discurseando en Nochebuena y dice “españoles, hace un año nos encontrábamos al borde del abismo…

Hoy hemos dado un paso al frente”.





1 comentario:

  1. Jeje, me parece que compartimos la misma carencia de fascinación por este señor... Algo nos pasa, obviamente.

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