lunes, 19 de enero de 2015

Un Año Sin Humo (Pero Con Mucho Vapor)

Hace un año probé por enésima vez a dejar el repugnante vicio del tabaco. Los fumadores estábamos convirtiéndonos en una minoría tan marginada, nuestra exclusión social era jaleada con tal unanimidad, que uno ya temía que, en estos tiempos revueltos, llegara al poder un partido de tendencia antifumita, proclive a señalarnos como los culpables de la crisis y que fuéramos obligados a llevar una pegatina en la frente: “apesta”.

Quizá exagero un poquito, pero a saber de dónde recortará el próximo lumbreras político: los fumadores pueden verse apartados de la atención sanitaria, al fin y al cabo son culpables de averiar su propio aparato respiratorio a sabiendas… Como drogadicto de la nicotina, había probado yo infructuosamente algunos métodos, cuando reparé en que un emprendedor local había abierto una tienda de cigarrillos electrónicos.

El kit de segundo curso

Por aquél entonces, se presentaban como una alternativa al tabaco, menos agresiva, más saludable y expuesta a un mayor grado de tolerancia social (que desapareció con inusitada rapidez). Entré en el establecimiento y fui invitado a catar aquella mercancía. No me desagradó, consideré que podía darle la oportunidad de ejercer de sucedáneo de mis sempiternos cigarrillos: han pasado doce meses y he olvidado donde los dejé, no he vuelto a probarlos. Miento: este verano pedí uno a ver cómo sabía y no me gustó nada, a las tres caladas lo tiré.

Desconozco, como todo el mundo, los efectos a largo plazo del nuevo vicio que he adquirido. En el plazo corto, he dejado de jadear al caminar rápido o subir escaleras, tengo testigos de que se han atenuado mis feroces ronquidos, he recuperado el olfato y el gusto… Claro que no he renunciado a la nicotina y gasto más dinero en cacharritos que cuando era fumador, pero la nueva adicción es más entretenida, más limpia y mucho más agradable que la anterior. El alquitrán y las partículas sólidas en suspensión ya sólo los inhalo, como los demás ciudadanos, de las chimeneas y tubos de escape, lo cual se considera socialmente mucho más correcto.

No debes vapear mientras conduces

Una cuestión oscurecía mi felicidad y ha dejado de hacerlo: cuando empecé, parecía tratarse de una nueva moda, algo masivo, pero esta expectativa se ha desinflado y en lo del vapeo quedamos cuatro frikis que, de momento, no podemos dar crédito a nuestra buena fortuna. Las zarpas recaudadoras y las ganas de dar por culo con todo tipo de regulaciones de los poderes públicos, parecen estar en hibernación y ojala sigamos así, abandonados. Al principio se desplegó un tándem de amenazas, no olvidemos que Estados y Tabacaleras tienen una relación ambivalente: por un lado hay restricciones, por tratarse de un producto perjudicial para la salud, pero por otro lado hay complicidad, no desatendamos que el fumador es un contribuyente que se deja un pastizal en el fisco. Al no ser el vapeo un contendiente peligroso para las Tabacaleras, se han amortiguado las amenazas: eso es más peligroso que el tabaco, eso es muy malo, eso te puede explotar en la cara… No suelo vapear por la calle, pero cuando lo hago, hay gente bienintencionada que me para y me dice que en la televisión han dicho que “eso es malísimo para la salud.”

No. No es para ponerle una inyección a una vaca

De momento, y toco madera, las administraciones se han olvidado de nosotros, salvo para decir que tampoco se puede vapear en determinados lugares públicos. Yo me temía que se pusieran a regular el tamaño, la potencia, el peso, el color y el sabor del cigarrillo electrónico, de acuerdo con los consejos de un cuñado asesor, o los intereses de un sobrino fabricante.

"We love China"

Conozco poca gente que lo ha probado: tres o cuatro personas que comenzaron a sustituir el humo por el vapor y, al cabo de poco tiempo, retomaron el cigarrillo. No les convenció el sucedáneo. Pese a haber dejado de fumar, yo no aseguraría que se trata de un remedio al cien por ciento eficaz contra el tabaquismo. Es otra cosa muy diferente al cigarrillo. A mí me gusta mucho más, pero puede no convencer por varios motivos, el principal de los cuales es que es más laborioso: hay que aprender una serie de habilidades para vapear satisfactoriamente, requiere una pequeña dosis de dedicación. Cargar baterías, rellenar depósitos, reemplazar resistencias gastadas, son los quehaceres básicos… Pero ay de ti, amigo, si te enganchas a la afición. Es más arduo que la crianza de bonsáis. El día que te pasas de consumibles (kits de usar y tirar) a reparables (donde te haces tus propias resistencias), o te planteas elaborar tus propios líquidos, ya la has cagado, una nueva ocupación absorberá buena parte de tu tiempo libre.

Resistencias himphames y algodón empapado

Ahora, eso sí, el placer de un reparable bien montado, que tire bien, que sepa bien… Eso debía ser lo que los antepasados buscaban con una buena pipa junto a la chimenea. Una complacencia muy sabrosa, un deleite muy grato. El que avisa, no es traidor.

"Stay cloudy"
¿Te animas a empezar? Pues venga


¿Es nocivo? Gente muy cualificada lo duda.


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