miércoles, 1 de julio de 2015

Del Escrache Al Despacho. Toma Humor Negro.

El humor negro es como las piernas: algunos tenemos y otros no tienen. Las elecciones del 24-M han dado un veredicto claro: el pueblo español ha hecho un uso masivo del humor negro y ha determinado que se fía más de los fanáticos y de los sectarios que de los corruptos y de los caciques de toda la vida.

Me pregunto si este sufrido pueblo ha puesto sus ojos en Grecia y, animoso como es, desea disfrutar una ola de calor como ésta en paciente y ordenada cola, durante horas, ante un cajero para sacar 60 euros… No me extraña que, en esas condiciones, haya ciudadanos que quieran salir del euro. De este modo, sin tener que chuparse semejantes esperas, podrían sacar 200000 dracmas para comprarle al niño un chupete y que dejara de llorar, aunque el que no llora, no mama. En esa soleada terraza de la Europa sureña que es la Hélade, unos gobernantes similares a los que aquí han copado ayuntamientos y baronías autonómicas, convencieron a sus gentes de que, una vez apurados sus refrescos, podían hacer un “sinpa” y tan frescos… Lo malo es cuando al día siguiente vuelves a la terraza a sentarte y el camarero, sea un sicario del Banco Central Europeo o un criminal del FMI, te reconoce y se niega a volver a servirte. Perra vida.


No debería estar yo haciendo humor negro a costa de tanta gente que sufre, de tanta gente que lo pasa mal, pero no puedo evitarlo: toda esta pobre gente pone sus esperanzas y su rabia a disposición de unos populistas, para cuyo medro, es necesario que haya cada vez más gente que sufre y que lo pasa mal, hasta que consigan juntar una masa crítica, que será la herramienta de choque con la que alcanzar un poder omnímodo, duradero y… beneficioso ¿Para quién? Seguro que lo adivinas.

No es que vaya yo aquí a salir en defensa del señor Amancio Ortega, ¿o sí? Ya que estoy con el palo del humor negro, lo haré, legitimado además por una existencia en la que he estado siempre muy cerca sociológicamente de esa gente que “sufre y lo pasa mal”. El caso es que los que vivimos de las migajas, ojo, deberíamos tener la experiencia de que son muchas más las que derrama la opulenta y bien surtida mesa de Amancio Ortega, que las que puedan caer de la parca y espartana colación de… ¿Íñigo Errejón?


Lo digo por poner un ejemplo del nuevo “Frente Popular”, cuyas “líneas rojas” son siempre las mismas y muy claras. Éste último sujeto anda solicitando el final de la dispersión de los presos de ETA porque, cito literalmente, el caso “tiene que ver con que la pena se aplica a una persona pero no a las familias”.

Muy considerado Iñaki, hay que evitarles molestias, desplazamientos y gastos, bastante tienen con que uno de los suyos sufra la represión del Estado Español y el odio de los fachas, al menos el de aquellos que no tuvo ocasión de eliminar (a veces, el humor negro carece de gracia y es una pena, porque estos compadres de artificieros abertzales, dictadores latinoamericanos y alborotadores en la tribuna de invitados del Congreso, tienen muchísimo salero).

Yo que soy tan entusiasta del humor negro como el señor Zapata y tengo tan pésimo gusto como él, dado que no voy a llegar en mi vida a concejal de cultura ni nada por el estilo, puedo permitirme este “tuit”, en la seguridad de que no va a tener más allá de cero o dos lectores: cuando me enteré (yo vivía en Barcelona) del atentado de Hipercor (21 muertos), hubiera escrito en las entonces inexistentes redes sociales: “Seguro que no han sido ni Lasa ni Zabala”. Luego, cuando los etarras se reunieron con Carod Rovira, del Tripartito Feo, para hacerle saber que, dado que estaban en la misma pendencia, el territorio de Catalunya quedaría exento de “acciones de lucha armada”, éste les disculpó, supongo, por lo de Hipercor, y se me ocurre otro “tuit” de humor negro, les diría “Bah, no os preocupéis, la mayoría eran charnegos…”


Pero lo que me trae hoy aquí es, no el sarcasmo chabacano y de mal gusto, sino el asombro. El asombro de la solidez de un sistema democrático que es capaz de alzar ciudadanos, desde el apedreamiento de escaparates a la toma de decisiones, desde el asalto de las capillas a los sitiales de los consistorios, desde los escraches a los despachos… Qué maravilla, sinceramente, enhorabuena, qué deslumbramiento. Tan sólo me lo empaña un inconcreto recelo: ahora que, por poner otro ejemplo, doña Ada Colau tiene mando en la Policía Urbana… ¿Usará de este formidable instrumento para continuar con sus escraches a sus adversarios…? Sería un puntazo.

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