jueves, 27 de agosto de 2015

La Higuera - Juana De Ibarbourou

Incidiendo de nuevo, como en la entrada anterior, en la sensibilidad de los vegetales, en lo frágil e incierto de su espíritu, tropieza mi recuerdo con uno de los poemas de amor botánico, de requiebro a un miembro muy querido de la flora, que más me encandilaron en mi quimérica juventud. Debo a un librito, un prontuario del Círculo de Lectores titulado “Los 25.000 mejores versos de la Lengua Castellana”, el haberme topado con este hermoso poema de la autora uruguaya Juana de Ibarbourou (1895-1979).

 
Y como tal vez venga a cuento, diré que el otro día leía las declaraciones de una bella modelo que daba sus primeros pasos en el mundo de la interpretación. La agraciada decía: “No me conformo con ser sólo una cara bonita”. Coño, pensé, yo no sé si me conformaría con ser una cara bonita, en el caso de tenerla, claro. Pero, para todos aquellos y aquellas que no la disfrutamos, acude el consuelo incalculable de estas líneas de la poetisa uruguaya, vaya pues, sin más:

 
LA HIGUERA

 Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.
 En mi quinta hay cien árboles bellos:
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.
 En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
 Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos, que nunca
de apretados capullos se viste...
 Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
  «Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto».
 Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
 Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:
  ¡Hoy a mí me dijeron hermosa!

 

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