jueves, 24 de septiembre de 2015

Canciones De Veranos Remotos

Los veraneantes son una fauna muy reciente en el tortuoso vaivén de la evolución de las especies. En este país, antes de los últimos años cincuenta o los primeros sesenta, sólo veraneaban los aristócratas y los potentados: el resto de la población andábamos demasiado ocupados procurándonos féculas para la subsistencia.


En los años cincuenta del pasado y ya casi remoto siglo, la pequeña burguesía: comerciantes, dentistas, autónomos, industriales, farmacéuticos y estanqueros, entre otros, descubrieron el veraneo. Algunos se compraron un chalet o un apartamento en la playa, donde la familia pasaba las vacaciones a salvo del tórrido bochorno del interior. Lo creas o no, una de las primeras consecuencias de este fenómeno sociológico fue la canción del verano, primero en manos y gargantas de artistas italianos y franceses, hasta que llegó el Dúo Dinámico.

Yo nunca fui fan del dúo barcelonés, primero por edad: no tengo hermanos mayores, pero de haber tenido uno con tres o cuatro años más que yo, hubiera recibido, a través de él, el eco de un éxito casi inconcebible, como el que tuvieron en aquella apagada España, cuyos rincones más mohosos y mortecinos comenzaron a iluminarse con su música desenfadada y optimista, de claras resonancias norteamericanas, pero adaptada a nuestra peculiar idiotincrasia.


Y en segundo lugar, la fanicie no me alcanzó por extracción social: la cosa reclamaba un modelo de niño bien, modoso y un poco pijeras, a ser posible propietario de una Vespa y con un papá que tuviera un apartamento en la playa, que serviría de base de operaciones para vivir las deliciosas aventuras sentimentales propuestas en las pegadizas tonadas del asombroso dúo.

Pero no te engañes, su fama descabellada alcanzó a todos los estamentos a principios de los sesenta… actuaciones, discos, galas, películas con y sin Marisol… Hasta como personajes de comic llegaron a comercializarse en este desfallecido y roñoso país. Fue lo que hoy llamaríamos un megabombazo. Y bastante prolongado, hasta la irrupción de los Beatles, por lo menos. Luego, han sido un episodio camp también muy perdurable y con muchas recidivas.


Con la Transición, se volvieron a poner de moda como un fenómeno un poco perverso, todo el mundo fingía encontrar risibles y desfasadas sus canciones, ocultando lo que en realidad ocurría: que seguíamos siendo víctimas de su indiscutible gancho. Y aunque, en el ágora, escuchábamos “Libertad sin ira” (Una canción tan ridícula, esta sí, que nunca hubieran firmado Manuel de la Calva y Ramón Arcusa), a escondidas, o tal vez en la intimidad de la ducha, entonábamos “Quince años tiene mi amor” o “Mari Carmen” (Es Mari Carmen, dijeron todos / su mirar, / su bailar / cautiva todos los corazones / y tú bien pronto lo vas a comprobar…)


De entre todas las canciones de ambiente veraniego y playero que confeccionaron (y fueron muchas) me quedo con dos: la popularísima y algo rimbombante “Amor de verano” que, en el de 1964, maullaban hasta los gatos de tu callejón y la melancólica “Adiós verano, adiós amor”, con la que, hasta yo que soy poco propenso a los ataques de nostalgia, me siento alcanzado por un punto, medio poético, medio kitsch, y suelto, si no me ve nadie, una lagrimita por esos amoríos quiméricos que nunca me fue dado vivir.


Mucho después, al otro lado del charco, se articularon y se reciclaron estos delirios juveniles en una película como “Grease” y lo petaron. Aprovechando que estás descuidado, te endiño un vídeo de ambas canciones atrapaveraneantes, así que conecta el sonotone y disponte a recordar.


Pero, a mi poco juicioso juicio, su mérito mayor, o uno de ellos, radica en haber rubricado el equivalente español de la norteamericana “My way (A mi manera)”. La canción a que me refiero es “Resistiré” (y ha resistido, en efecto, a todas las manipulaciones y apropiaciones espurias), otro himno más para nosotros, los creyentes en una religión personal, aquella que no admite más adeptos ni conversos que uno mismo.

La versión original de “Resistiré” adolece, como es muy frecuente en el país de charanga y pandereta que hollamos, de un arreglo catastrófico, con unos sintes horrorosos. No tardando mucho, la memoria histórica hará un ajuste de cuentas con los arreglistas, pero a día de hoy, la mejor versión que he encontrado por ahí es ésta, no es porque se trate de un primo mío… Es que, manejado por Jose Ángel, el tema cambia de nivel y parece algo salido de Gilbert Becaud o de Jacques Brel. No te lo pierdas.


Por cierto, ahora que veraneantes somos todos, suelo aprovechar para huir, con la familia, de las fiestas patronales de mi pueblo y su monótono bullicio. Me voy a la playa más cercana, en estas fechas casi deshabitada, y hago estas fotos que he compartido hoy en la entrada. “Vuelvo a la playa donde te conocí y el mar me canta así. Chao, chao ...”


2 comentarios:

  1. hey, megsi bian, megsi bian! Qué ilu, es la primera canción que me cuelgan, y encima no es para ponerme verde. Me plantearé sacar un disco, ahora que no se venden XD

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  2. Este año también se ha pasado el verano sin vuestra visita.
    Habéis cambiado Brotó por la playa?
    Me han gustado las canciones que has colgado y la que canta José Ángel esta muy bien.Un beso

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