domingo, 13 de septiembre de 2015

Comienza El Curso (Allí Donde Comience)

Comencé cerca de cuarenta cursos con una mezcla de espanto, expectación y vértigo, siempre; un puntito de ilusión, durante los primeros veinte años y una pincelada de fatiga en los diez últimos.  Nadie te dirá aquí que tu vida coincide con tu vida laboral, así que yo te lo digo. Los mejores años son aquellos en los que te remangas y te sumerges en la vorágine. “I’ll rest when i’m dead”, declaraba Morrissey en “El Mundo” y, hace unos días, decía Perico Delgado: “con lo que se sufre en las subidas, con el cansancio que se acumula en las pruebas largas, no te das cuenta, pero luego recuerdas los años de ciclista profesional como los mejores de tu vida”. Así que si estás deseando jubilarte “para descansar” como yo, recuerda: la inacción, las goteras en la salud y la cabeza que ya no se ocupa de la pendencia diaria, te van a ir arrinconando y acabarás hablando solo en una habitación, en una esquina o, peor aún, en un blog.

 
En un blog donde traigo hoy una imagen desusada y melancólica: la de esta señal en medio de la nada, advirtiendo a los conductores de unas escuelas inexistentes, de unas risas y atolondradas carreras inexistentes… La señal de peligro, advirtiendo del tránsito escolar, está en un descampado, antiguo polígono residencial para obreros de una fábrica, ya reconvertidos y desaparecidos. Hace unas décadas había aquí cerca un parvulario para los hijos de los trabajadores. Cuando terminó el modelo de paternalismo empresarial, desmantelaron las fábricas, que se fueron a Cataluña y cerraron la escuela infantil (hoy se llama así porque, en nuestros días, los parvularios acogen a niños entre 3 y 18 años, es decir, toda la etapa de educación obligatoria). Dejaron, entre otros despojos, esta señal incongruente que, a mí, me recuerda lo que somos llegado el momento oportuno: la reminiscencia deshilvanada y disfuncional de algo que, en su momento, tuvo significado pero ya no lo tiene.

 
Esta señal es como la escuela en la que yo batallé, algo del pretérito y, qué demonios, me alegro de no comenzar este curso en activo, vaya, entre muchas otras cosas porque las autoridades educativas anteriores, en un alarde de ineptitud y estulticia, parieron una reforma condenada por la falta de consenso, que tuvo trabajando como galeotes de la burocracia a los maestros durante todo el curso pasado, añadido a las clases, por supuesto. Las autoridades educativas entrantes, en un alarde de estulticia e ineptitud, fulminan la reforma de sus adversarios, con lo cual los maestros han hecho el trabajo de Sísifo… Para eso les pagan, dirá usted sin duda, miembro o miembra de la comunidad educativa, pero imagínese que está usted un año entero amasando harina en un obrador donde no se hace pan, sino tortilla de patatas, ¿a que pensaría que alguien de la dirección de su empresa es un tanto incompetente? Repito, menos mal que no estoy en activo, porque me sentiría un pringao y un gilipollas…

Bueno, que ustedes lo pasen bien.

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