viernes, 25 de septiembre de 2015

La Guerra De Banderas En El Torneo De Ajedrez De Benasque

Un amigo, del mundillo ajedrecístico, me sugiere que cuente semblanzas y anécdotas de Benasque, un torneo de ajedrez que ha marcado el comienzo de mis vacaciones veraniegas durante más de treinta años. Como, a la edad que tengo, es muy difícil que nadie me pida que me esfuerce en recordar tal o cual suceso, o que cuente una anécdota que ya han oído setecientas veces, más bien la gente sale corriendo con cualquier excusa ante semejante posibilidad, decido hacer caso de la sugerencia del amigo, pese a la soterrada convicción de que se arrepentirá de haberla formulado.

 
Y como me desayuno con la noticia de la “guerra de banderas” en el ayuntamiento de Barcelona, deporte éste de gran predicamento entre las tribus celtíberas, viene a mi memoria un incidente ocurrido a mediados de los años 80 en el torneo ajedrecístico de mis amores. Era yo a la sazón un jugador flojo, casi tanto como ahora, que carecía del entonces ansiadísimo ELO Fide, para el profano una especie de rating internacional que cuantifica la fuerza ajedrecística de su poseedor. Hoy lo tenemos hasta los jugadores menos aventajados, pero en aquella época era un sueño figurar en un ranking internacional, a mí me parecía la rehostia. Además a los jugadores con ELO internacional les ponían una banderita muy cuca al lado del tablero, con su pie y todo. Hoy sé que hay demasiadas banderas en el mundo y que todas valen lo mismo, pero entonces me hubiera hecho más ilusión que una gorra a cuadros.

En aquellos tiempos remotos, el torneo comenzaba con largos preámbulos y discursos de los organizadores, de las autoridades y hasta del repartidor comarcal de Coca-cola, aquello se eternizaba. Hoy, con un elevado grado de profesionalización de los jugadores, los preliminares son más parcos y nadie se enrolla más de tres minutos, pero aquél día la cosa se alargaba y empezamos a oler a quemado.

El maestro internacional Félix Izeta, llevado de su entusiasmo patriótico, había prendido fuego al rayón o poliéster barato de la enseña española que adornaba su lado de tablero. Se armó un tumulto muy leve, había cosas más serias en qué pensar y, en aquella época, la icineración de la bandera constitucional era un elemento cotidiano de la, casi recién estrenada, libertad de expresión.

Al día siguiente, el maestro Izeta enfrentaba a Lucas Cisneros, un fuerte jugador zaragozano. El maestro vasco apareció provisto de un soporte con una enhiesta hoja de cuaderno escolar, donde había pintado, con más pasión que maña, una ikurriña con lápices de colores…

Su rival, Cisneros… No adivinaríais fácilmente la réplica que le dio. Extrajo, como si fuera la cosa más natural del mundo, otra bandera en su soporte, para ponerla de su lado del tablero: una primorosa enseña pirata, negra, con la calavera y las dos tibias. Fue un puntazo.

He citado, pese a las molestias que esta indiscreción pudiera reportar, los nombres de los protagonistas de esta bizarra historia. Lo he hecho, por si llegara a conocimiento de algún presente con una memoria más precisa, y fuera capaz y quisiera enmendarme o desmentirme algún detalle. La partida transcurrió sin otros incidentes dignos de mención, cada jugador amparado en el pendón de su fervor particular, dos grandes ajedrecistas, más fuerte el vasco, más ocurrente quizá el zaragozano.

Y, después de esta fábula sin moraleja, termino con dos brochazos estrictamente ajedrecísticos: uno es el movimiento del recordado Maiztegui, que en su partida jugó exd5!!? Soberana apuesta. Es de todo punto obvio que si el blanco juega Cxc7, pierde rápidamente; pero si tiene defensa, ésta no es fácil de encontrar, al menos para mí. El diagrama estaba en la anterior entrada de ajedrez. Y ahora, observa este otro:

Juegan blancas y ganan
 
Donde tampoco encontré la jugada precisa en esta posición. Y mira que parece fácil: aprovechando que el rey negro está alejado, el blanco se engulle el peón, corona el suyo y gana… Pero como es frecuente sólo hay UNA jugada que lleva a la victoria. Mira a ver si la encuentras tú.  

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