sábado, 23 de enero de 2016

Coñaques

Estaba hoy, sábado por la tarde, en el momento de tomar café, copa y puro… Y en estos momentos me conformo con el café y con el recuerdo. Y hoy me ha asaltado uno burbujeante y chistoso. Rara vez veo la tele (sólo el futbol en abierto y no siempre), así que no sé a ciencia cierta desde cuándo no hay anuncios de coñac en la, antaño denominada, caja tonta. ¿Hace 30 años o más? Qué más da, pero hoy venían a mi mente una miríada de anuncios ¡de coñac! O de brandy, como hemos tenido que llamarlo luego.


Los que velan por nuestras constantes vitales y por nuestro confort moral, casi nos han hecho olvidar que en nuestra sociedad los vicios van evolucionando y, lo que hace 50 años era normal y público hoy se considera dañino y debe perseguirse o, cuando menos, soterrarse con pudorosa vergüenza. Correlativamente, cosas que, en aquella época censora y parcialmente censurada, se consideraban una perversión o una lacra, hoy son mostradas como ejemplo de conducta. Pero dejémonos de relativismos morales y volvamos a las copas, cuyos anuncios martillaban en la televisión pública (única existente entonces) y contribuían a financiarla, porque pedir un canon para su mantenimiento (como en Francia) era aquí cosa impensable (Franco ya nos educaba en el todo gratis).


El más presente y entrañable era el coñac Fundador. Durante una época vino con un disco sorpresa de obsequio, un single de contenido musical variable (desde infecto a extraordinario), que se promocionaba con aquello de “Redondo es el disco sorpresa de Fundador”, a través de un cordial muñequito, llamado don Pedrito “que está como nunca”, un dibujo animado de un señor cabezón con sombrero y bigote, con el que se podían identificar pléyades de padres mientras saboreaban la copita de coñac y, en la tele, sonaba: “Está como nunca el coñac que mejor sabe, Fundador, está como nunca porque es seco y es suave”.


Por el contrario, Terry, jugaba la baza del erotismo, con una chica rubia montando a pelo en un hermoso caballo blanco jerezano: “Terry me va… “ Decía el macho, “Usted si que sabe” ronroneaba una sugestiva voz femenina. Luego me enteré de que una de las modelos empleadas en el anuncio fue Nico, cantante con The Velvet Underground, e icono a finales de los 60 y comienzos de los 70, toma calidad.


Aunque la palma, en lo que a machismo se refiere, se la llevaba Soberano, “Porque Soberano es cosa de hombres”, a través de unos anuncios que, hoy, nos parecerán seguramente increíbles.


Había muchos otros, a cual más dionisíaco:

Veterano, “Veterano tiene eso. Y, por eso, con Veterano me quedo.”


501, “Es el momento oportuno de tomar 501”.

Bobadilla 103, “El calorcillo”.

Magno, “Un poco de Magno es mucho”.

Y tantos otros (¿cuál de ellos era “para los entendidos que no son esnobs”?) Decididamente el consumidor masculino se ha sanificado, el brandy está de capa caída y la época dionisiaca ha caducado (al menos, la mía). O tempora o mores, que decían ya los clásicos romanos.

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