lunes, 4 de enero de 2016

Ventanas Al Año Que Empieza


 
Nos asomamos, algunos con desconfianza y aprensión, otros con esperanza y ganas de ventilar la casa, a un año recién estrenado, nuevecito en el calendario. En mi caso parece como si no me atreviera a entrar en él, como si lo observara desde una ventana, o desde la baranda de un balcón, no sabiendo aún si bajar al portal y abrirle la puerta.

 
Esta mirada, quizá asustada, o más bien desorientada, la quiero simbolizar con un escueto álbum fotográfico, que traerá a éstas páginas una pequeña colección de ventanas y balcones.

 
Se trata de balcones y ventanas un tanto desasistidos o incluso desvencijados, más orientados a un pasado nunca concluido que a un futuro incierto. La mayoría ostentan la cautela de hallarse cerrados y, muchos de ellos, dan la sensación de no haberse abierto en el tiempo reciente.

 
Son, en su práctica totalidad, balcones y ventanas de pueblos de la montaña, del Sobrarbe y de la Ribagorza, que muy a menudo se benefician de la montañesa manía de abarrotarlos de flores durante la breve estación del buen tiempo (para definir aquellos climas, alguien acuñó la frase acertada, ocho meses de invierno y cuatro de infierno, no importa, las flores reflejan y colorean un sol radiante). Es el toque optimista en una colección con tintes de melancolía o nostalgia.

 
¿Y de qué tendría yo nostalgia? No crecí en sitios así. A veces digo “soy de pueblo, pero no de campo”, significando mi desconocimiento real de estos ámbitos rurales. No obstante son los balcones y ventanas cuyo misterio me resuena, tan vívido como si hubiera convivido siempre con él.

 
Al final no habrá más remedio que abrir. Abrir ventanas, puertas y balcones: el año irrumpirá de todas formas, para unos, devastador, para otros abriendo los postigos y batientes a una perspectiva de ilusión y optimismo… Ahí lo tienes, de todas formas ya se ha colado: feliz 2016 a todos.





 

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