viernes, 26 de mayo de 2017

Dos Poemas De Miguel Hernández

Los profesores de secundaria persisten, por fortuna, en su empeño pertinaz de propagar el virus de la poesía entre las jóvenes generaciones de ESO que los pobres llevan entre manos. Pese a que no creo que consigan cambiar el clima cultural que está conduciendo inexorable a la extinción de las letras en su faceta de portadoras de belleza, no dejo de aplaudir con melancólico entusiasmo estos valerosos intentos.

El que hoy me trae por aquí es una pequeña antología, modestamente titulada “Poesía Española Para Jóvenes”, recopilada por Ana Pelegrín, que mi hijo el pequeño, estudiante de 2º de ESO, se ha visto obligado a adquirir, impulsado por el bizarro empeño de la profesora de Lengua Española y Literatura que ha decretado que éste sea el libro de lectura obligatorio para el tercer trimestre.



Yo, que no soy joven y por tanto corro el riesgo de que el libro no esté dirigido a mí, lo he leído en un par de tardes, con nostálgica aprobación. Al tratarse de una antología, se corre el riesgo de toparse con ausencias inexplicables y presencias prescindibles, claro. Y tal es el caso, aunque bueno, todo contribuye a forjar un gusto literario. O contribuiría, si se lo fueran a leer con un mínimo de interés, que esa es otra (mi hijo aún no lo ha abierto).


En mi lectura han sido rescatados del desván de la memoria un par de poemas de Miguel Hernández que, en su día, me emocionaron debido a un sentimiento compartido con el poeta: los que somos de tierra adentro tenemos una inexplicable ausencia del mar, una añoranza de algo que no estaba presente en nuestras primeras miradas al mundo. Te los copio por si también naciste en los secanos.


EN ESTE CAMPO


En este campo
estuvo el mar.


Alguna vez volverá.


Si alguna vez una gota
roza este campo, este campo
siente el recuerdo del mar.


Alguna vez volverá.




ESCRIBÍ EN EL ARENAL


Escribí en el arenal
los tres nombres de la vida:
vida, muerte, amor.


Una ráfaga de mar,
tantas claras veces ida,
vino y los borró.


miércoles, 17 de mayo de 2017

Elige Tu Gente Indeseable Con El Tramabús Personalizable

El portentoso (¿o portentóxico?) aspirante a Gran Timonel de las españas plurinacionales ha parido una idea luminosa, aunque todas sus ideas son luminosas (y, por supuesto, paridas). Ha mandado pintar en los laterales de un autobús las efigies de sus enemigos personales más aborrecidos y, aprovechando que tiene mano en algunos medios de comunicación, lo ha paseado y publicitado por ahí, para escarnio de sus denostados antagonistas, a quienes él denomina “los corruptos que parasitan las instituciones”.

En un país donde el aborrecimiento prolifera tanto, me pareció que el tío se había permitido darse un gustazo, merced a una idea de perlas, una ocurrencia salvaje. No muy original, claro: ya Dante Alighieri publicó en el siglo XIV una obra en la que mandaba nada menos que al infierno a un montón de molestos adversarios...



Pero, ¿cómo hacer que este sano revanchismo llegue a las masas desheredadas, a los excluidos que no tenemos el favor de potencias extranjeras que financien nuestros caprichos de automoción? En la página web de la organización incorrupta, pusieron un “Tramabús” recortable, colorido, bonito y barato, que podría saciar nuestros bajos instintos, pero tiene un par de inconvenientes que me han llevado a rehacer la propuesta, para adaptarla a todo tipo de gustos, necesidades y preferencias: te presento el “Infamabús”.


En primer lugar no todos compartimos los gustos del Comisario Supremo en punto a enemigos, por lo tanto yo he dejado como siluetas en blanco los infamados, para que tú recortes y pegues allí fotos de quien quieras de acuerdo con tus antipatías concretas, yo que sé, por ejemplo si eres del Barça, puedes poner allí a Cristiano, Florentino, Pepe... y así. Es una sugerencia, imagino que si eres contrario a la tauromaquia, un homófobo, o un soberanista manchego, ya sabrás a quién poner.



Por otro lado, el “Tramabús” adolece de una inexplicable falta de paridad: hay doce maromos y una sola chica, la Espe, la favorita de los haters españoles. Está más descompensado que el pueblo de los pitufos: ¿cómo es posible que un movimiento político comprometido con la igualdad de género cometa semejante desliz? Puede que el promotor sea tan macho que sólo odie rivales machos... pero tan evidente patinazo también queda resuelto con las siluetas en blanco carentes de género prefijado (no me deis las gracias).

 
Bájate la imagen, imprime, recorta, dobla y pega...
¡Y a poner tus villanos favoritos!
 
Podría parecer que, como todo lo relacionado con el vivaz mundo de los “Neocom”, esto también me lo tomo a chufla, pero nada más lejos de la realidad, a mí me parece un precedente de singular infortunio en nuestra ya muy fétida cosa pública, fruto, no sólo de la patente especialización en pensamiento Alicia de los que lo han fletado, ya que, como se señala en la magna obra de Carroll, “la sentencia es lo primero, el juicio vendrá después”. No se me entienda mal, no rompo ni media lanza a favor de la comunidad caricaturizada en el siniestro vehículo, ni de su inocencia, ni de su honradez, pero es obvio que no se trata de una denuncia: es más bien un linchamiento. Y, si hay por ahí españoles que estén creyendo en que, con mucho esfuerzo, nos estábamos intentando dotar de instrumentos para hacer cumplir algún tipo de justicia, es un insulto a todos ellos.


Que yo sepa, algunos de los muchachos dibujados a babor y estribor no tienen casos abiertos. Eso quiere decir que se les infama gratuitamente. Y esto nos lleva a la cuestión de la inseguridad jurídica, ¿Cómo sabes que no vas a aparecer mañana tú, en las portezuelas del coche de línea de tu pueblo? ¿Qué harás, si te arrastran por el fango, sólo porque a unos autonombrados guardianes de la ética pública, les caes mal? Si alguno de los retratados resulta ser algún tipo de persona intachable dentro de los límites de la actuación pública ¿qué harán? ¿Fletarán el "Disculpabús"?


Estos muchachos han dado un importante primer paso, que puede llevarles a inusitadas metas: algún agorero señala, entusiasmado con su gafe, que podrían llegar a ser la franquicia de ETA a nivel de todo el territorio estatal. Creo que, pese a que van bien encaminados, es exagerar un poco las cosas. De momento, a las simpáticas caricaturas del autocar, ni les han pintado una diana en la cabeza, ni las han rotulado con el apelativo inapelable: “cipayos”.


Ojo a la memoria histórica y sus lagunas, pues no siempre quien siembra la discordia cosecha los frutos previstos, ¿o sÍ?

lunes, 15 de mayo de 2017

El Preso Número 9 - Joan Baez

No; no tengo nada personal contra la, para muchos, excelente cantautora norteamericana Joan Baez, aparte de haberme dejado 300 pelas en un vinilo suyo que no me gustaba nada. Y es que, a mediados de los 70, lo de escuchar antes de adquirir era punto menos que imposible y en la radio no ponían según que temas, así que comprabas un álbum si los críticos, entendidos o enterados, lo habían puesto por los cumulonimbos y, claro, te llevabas cada sorpresa que te cagabas estremecido, además de que no podías devolver el disco después de probarlo (sólo con mirarlos, se rayaban).

Bueno, amiguito lector, lo creas o no, éste era uno de los temas favoritos de aquellos “progres” setenteros que nos enfrentamos a la dictadura de Franco con decisivos mohines de displicencia, contundentes muecas de disgusto y algún que otro tajante panfleto ciclostilado. Sé que, gracias a nosotros, el dictador falleció aterrado y nunca más se presentará por aquí.



Lo que no entiendo de ninguna manera a día de hoy (aniversario del 15-M), es cómo este temazo podía ser un himno que cantábamos arrobados, férvidos de militante emoción, los indignados y sectarios de hace 40 años y un día. ¿Qué se ponía de relieve a nuestros ojos? ¿Era un alegato contra la pena de muerte? ¿Era un paso al frente en apoyo de los perseguidos? ¿Era un tributo al arte “auténtico” y “popular”? Vaya usted a saber... Si bien, escuchado con los oídos y la “sensibilidaz” de nuestros días, se torna en una apología de la violencia de género, la que los actuales dispensadores de las palabras correctas llaman “machista”. Si te ha sido infiel es lógico que la mates, junto al amante y, si se tercia, a una pareja mixta de la guardia civil que viniere a prenderte, con tan encendido himno dándote ánimos es más que justificable.



Tengo que despedirme con dos precisiones, no te vayas a creer lo que no es:


El que me parta de risa con las adulteraciones y confusiones que experimentaba y compartía de joven, no significa que más tarde haya estado a salvo de ser manipulado: la sabiduría no es una compra fácil y, en estos momentos, sigo igual de accesible a todo típo de falsificación. Podría estar siendo víctima de las cláusulas suelo, damnificado de las preferentes, intoxicado del aceite de colza, timado del Fórum Filatélico y perjudicado por mi confianza política en todo tipo de sinvergüenzas... Con el tiempo, colega, te vuelves más viejo, no más listo.


Y el que ahora yo me encuentre diciendo que cantábamos encomios y panegíricos al crimen machista en caliente, no me ofusca a la hora de percibir el carácter ficcional de una simple canción. Simple canción que, interpretada en sus términos apropiados, como hace Alci Acosta que, ni echa un torrente de gorgoritos, ni dice aquello de “pero al mirrar su amor en brasos de surival”, pues tiene su puntito. Y es pegadiza.


martes, 9 de mayo de 2017

Gracias A La Vida - Violeta Parra

Mi aprecio por esta canción, tan optimista y positiva, siempre ha sido un tanto ambivalente. Como no se cansaba de repetir mi profesora de Lengua Española y Literatura, de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso y la versión que yo tenía de este tema lo daba con desenvoltura singular: la cantante norteamericana Joan Baez, en un álbum que quería ser un homenaje y era un ultraje a la chilena, facturaba un himno grandilocuente y hueco, que me ponía de excelente humor cuando estaba en el baño apretando. Hasta me tomaba la licencia de hacer una versión estilo Hermanos Calatrava, sacando provecho de mi singular parecido con el feo:
“Gracias a la vida
que me ha dado tanto,
me ha dao con la piedra
y me ha dao con el canto...”



Luego, mucho más tarde, tuve ocasión de oír el tema tal como lo interpreta Violeta Parra y, claro, me callé. Me callé una buena temporada: era una canción emotiva e intimista, en las antípodas de lo que el vibrante chorro de voz de la Joan Baez promulgaba con deficiente, con risible, acento (no es que denigre la pronunciación de los norteamericanos cuando cantan en español, pero lo que en Nat ‘King’ Cole, o en Eydie Gorme, es gracioso y afortunado, aquí resultaba hilarante).



Muchos años después, me ocurre que cada mañana me despierto con esta tonada zumbando en los oídos. Yo lo atribuyo a que, como estoy física, anímica y existencialmente en horas bajas, mi inconsciente quiere inocularme recuerdos estimulantes para subirme los ánimos... Por si a ti te ocurre lo mismo y estás haciendo un balance pesimista de tu paso por la existencia, te dejo el tema aquí, esperando que te despeje los nubarrones de algún comienzo de jornada. 


Te advierto que la frágil voz de Violeta Parra, con un acompañamiento que demuestra aquello de que “menos es más”, frasea la canción con una lentitud mesmerizante. A ver si esta vez hay suerte con YouTube y los vídeos se mantienen, por lo menos, un par de semanas.


viernes, 5 de mayo de 2017

Jaca. Primer Viernes De Mayo

La colorida y multitudinaria fiesta de ‘Viernes de Mayo’ es un recuerdo muy remoto, de la infancia que pasé en Jaca. Hace casi 50 años que no voy con este motivo a mi localidad natal y ahora, como me temo lo peor (respecto al devenir de las fiestas populares), me conformaré con una breve evocación, tan alegre como imprecisa, en lugar de ponerme a tiro de que la experiencia no refrende para nada lo que mi memoria atesora.

Y me viene a la mente una mañana muy luminosa (siempre hacía sol), y festiva (no había escuela). Y un desfile que despertaba una expectación inusitada, ni siquiera las fiestas mayores nos regocijaban tanto. A caballo, por el adoquinado, el conde Aznar y sus caballeros, que habían vencido a los moros con la estratagema de convocar a mujeres y niños tras las murallas de la ciudad. De este modo, los enemigos pensaron que los defensores a que se enfrentarían eran más numerosos de los que en realidad había. Buena parte de los cuales, además, se habían ausentado para luego tender una emboscada a su retaguardia. Total que les habíamos dado una sangrienta panadera y de aquí habían salido los mimbres de la cuna del reino de Aragón.


Esto nos contaban los maestros, ¿verdad histórica o leyenda? Ni lo sé, ni lo pienso averiguar. El caso es que el conde Aznar y su séquito paseaban a caballo con unas lanzas en cuya punta (¿lo recuerdo o me lo estoy inventando?) lucía el atrezo de unas ensangrentadas cabezas de caudillos moros, trofeos y testimonios de la victoria.



Detrás venía lo mejor: las cofradías de labradores y artesanos, todo varones, claro, con las escopetas al hombro. Esto de las escopetas era un anacronismo que no hacía la menor mella en el ánimo del espectador jaqués. Y además, había un arsenal, decenas y decenas, todos los participantes llevaban la suya. Los artesanos iban vestidos de pamplonicas: pantalón y camisa blancos, cinto y boina rojos. Los labradores se ataviaban como de baturros, con un sombrero que era una belleza: hojas y flores, cintas, abalorios y espejos... Entonces hubiera matado por tener uno.


Cada cien o doscientos metros se paraba el desfile y, por turno, labradores y artesanos disparaban al aire una nutrida salva con las escopetas. ¡Prrrruum! ¡Putum! Contra más concertada y uniforme era la salva, más vitoreábamos y aplaudíamos. Al final, cada año, una de las cofradías era declarada vencedora, aquélla en que habían disparado todos como un solo hombre.



Mucho olor a pólvora en las calles y una fiesta muy participativa, todos los zagales nos comprábamos, en almacenes El Siglo y otros bazares, unos artilugios que ningún adulto actual pondría en manos de un niño: unos hierros rectos como de ochenta centímetros, terminados en una punta, donde poníamos un detonante de cartucho (también los vendían) para podernos sumar al estrapalucio general. Los más cretinos los estallábamos junto a las medias de las mujeres, las faldas de las niñas, o los sitios donde el estropicio y la incomodidad pudieran ser mayores. Cuando terminaba el desfile, cantábamos a voz en cuello el “Himno del Viernes de Mayo” que he encontrado y reproduzco, porque es lo que ha dado lugar a esta entrada.



Obviamente, todo esto es anterior a los tiempos de la corrección política, la obsesión por la seguridad y la preocupación por la exactitud histórica, pertenece a una época más despreocupada y amante de las mixtificaciones. Cómo se desarrolle ahora, hoy, es algo que no sé y no voy a preguntar. 

jueves, 4 de mayo de 2017

La Reina Kristina De Noruega

Estaba un servidor en Covarrubias, provincia de Burgos, practicando ese turismo colectivo que tan certeramente nos caracteriza a la tercera edad, cuando la noticia de un suceso tan remoto en el tiempo como improbable, me partió el corazón.

El caso es que yo pensaba que las esbeltas y rubias nórdicas se apersonaron, por primera vez en estas tórridas latitudes, durante los años 60 del pasado siglo, los del boom turístico y los Planes de Desarrollo, aunque estaba equivocado: hace la friolera de 760 años, una joven noruega, atraída por dios sabe qué ensoñaciones, o el diablo sabe qué engaños, zarpó del puerto de Tønsberg rumbo al hosco reino de Castilla. El rey Alfonso X de Castilla, el que ha pasado a la Historia como el Sabio, la quería como cuñada.


El motivo de casarla con un hermano obispo era que, si éste heredaba como estaba previsto el trono, vería en alto grado reforzadas sus pretensiones al cetro del Sacro Imperio Romano Germánico, es decir, para que me entiendan los de la ESO, se convertiría en la Merkel de aquella época. ¿Quién? ¿Él o ella? Sé que me explico mal, pero da lo mismo: la cosa se plasmó de forma bastante dramática.



Para empezar, el viaje, en aquella época de tracción animal y primitivas energías renovables, era una aventura las más veces sin retorno, ¡casi 3000 kilómetros al lejano sur! Y erizados de peligros: que si las guerras en Francia, que si los piratas en el Golfo de Vizcaya... Al parecer les tocó hacer una buena parte por tierra y los caminos de aquella época no debían permitir jornadas cómodas ni apacibles.


Pero para la muchacha de 24 años que, ni había visto al novio, ni debía conocer el idioma de los lugareños, ni debía saber qué pintaba realmente en unas tierras tan extrañas, los problemas no habían hecho más que empezar: ni conservó la salud, ni concibió un heredero, ni su esposo triunfó en sus pretensiones dinásticas; enferma, es probable que de nostalgia y de melancolía, ella que venía del frío, falleció a los 28 años en la calurosa Sevilla.



En 1958, unos estudiosos creyeron identificar sus restos y, ahora, yace en un primoroso sepulcro gótico en la colegiata de San Cosme y San Damián en Covarrubias. Al parecer, desde la fecha citada, todas las primaveras vienen compatriotas suyos a poner unas flores junto a la lápida de la malograda reina que los vikingos enviaron al sur.



Enlaces para saber más: 

En Wikipedia
En 'El País' 
En España Fascinante