miércoles, 24 de enero de 2018

Sepa Si Es Usted Amorfo O Apático

No pinta nada mal la posibilidad de clasificar a las personas, por sus rasgos de personalidad o carácter, en unos pocos tipos, cuyo conocimiento nos hiciera al prójimo más previsible, más manejable o, bueno, nos diera una herramienta de conocimiento y de poder sobre los demás, herramienta que facilitaría el cumplimiento de nuestros propósitos, tanto los más aviesos como los más bienintencionados.

Me apasionaba en otro tiempo con los manuales de Grafología, Astrología y otras peripecias de la pretensión de conocer el carácter o la personalidad de alguien, tan sólo viendo un texto de su puño y letra, o sabiendo el día y la hora en que su madre lo arrojó a este mundo traidor (donde nada es verdad ni es mentira y todo es según el color del cristal con que se mira).


Claro, el chiste está en que si conocemos o nos relacionamos con un par de centenares de personas, resulta muy desorientadora una tipología con doscientas personalidades diversas, que es lo que nos ofrece el mundo real, donde aunque todos somos muy parecidos, todos somos muy distintos.



Reducir semejante tropel a unos cuantos tipos básicos es lo que los psicólogos han intentado desde que los conozco y, de un manual de Psicología General que estudiaba de joven, procede este peculiar delirio, avalado por una escuela francesa de esta clase de cotilleos, iniciada por un tal Heymans.


Debo confesar que soy muy aficionado a las lucubraciones de todo tipo de charlatanes, cuando de niño iba a las ferias, se me caía la baba ante el rollo de cualquier vendedor de linternas, grageas curativas, paraguas o crecepelo, por lo tanto, la promesa de conocerme a mí mismo y a mis semejantes, con un patrón sencillo que da lugar a una tipología con tan sólo ocho caracteres principales, es muy atractiva (el popular horóscopo tiene doce).



Dicen los referidos psicólogos franceses que los rasgos esenciales del carácter son sólamente tres:


1. La emotividad: será emotivo aquél en el que los acontecimientos externos desaten reacciones emocionales intensas y será no emotivo aquel en el que la repercusión emocional de lo que le acontece sea más débil o controlable. No consigues un ascenso que esperabas, si eres emotivo, te hundes en la depresión, te emborrachas, no pegas ojo o rompes objetos de cerámica, si no lo eres, piensas, ellos se lo pierden, que les den... Un dueño poco escrupuloso le da una patada a su perrito porque se ha puesto muy pesado: al emotivo el espectáculo del maltrato le parte el corazón y su día se echa a perder, el no emotivo piensa "bah, no es mío".



2. La actividad: será activo el que reaccione ante los deseos y frustraciones poniéndose en marcha y no activo quien confía en que el destino está de su lado (o en su contra) y todo se resolverá esperando a ver qué pasa. Una persona activa trata, eso, de actuar para definir y alcanzar sus propósitos, mientras la persona no activa piensa que su esfuerzo es inútil y vale más combatir el aburrimiento en el sofá, viendo la tele, que hacer réplicas con palillos de la torre Eiffel (no olvidemos que los teóricos de este asunto son franceses).



3. La resonancia o repercusión, según la cual será primaria la persona de reacciones inmediatas, intuitivas y rápidas, la que responde a bote pronto y en el presente y secundaria aquélla que tiende a reaccionar de modo sosegado, reflexivo y más lento, con mayor peso de la experiencia pasada y las consecuencias futuras. Si a un tipo primario le cae una colleja, protestará de viva voz y tratará de devolverla en el acto, con lo que se quedará tan ancho; uno secundario puede encajarla sin reaccionar en apariencia y urdir una rencorosa venganza, durante semanas o meses, hasta que consiga arruinar la vida de su agresor.



Estas tres características dan 2x2x2 = 8 tipos psicológicos distintos, según las vayamos combinando de todos los modos posibles:


Emotivo. Activo. Primario = Colérico.
Emotivo. Activo. Secundario = Apasionado.
Emotivo. No Activo. Primario = Nervioso.
Emotivo. No Activo. Secundario = Sentimental.
No Emotivo. Activo. Primario = Sanguíneo.
No Emotivo. Activo. Secundario = Flemático.
No Emotivo. No Activo. Primario = Amorfo.
No Emotivo. No Activo. Secundario = Apático.



Mas allá de que los ilustres galos que parieron la idea se extiendan lo suyo con la explicación de los caracteres, y lo hacen, Napoleón y Miguel Ángel eran apasionados, la mayoría de los artistas son nerviosos, los buenos comerciantes y hombres de negocios suelen ser sanguíneos, Hitler era colérico y cientos de páginas por el estilo, yo, a esto, le doy un valor sólo ligeramente por encima del del horóscopo, para mí decir que alguien es sentimental, significa y me revela poco más que decir que es Piscis.



Por otra parte están la variabilidad y los estados intermedios. Te invito a que pienses que cada rasgo puro ocupa un eje de un sistema de coordenadas XYZ, en el que el grado de emotividad, actividad y resonancia te situarían en un punto en el espacio, siendo el problema real (y muy gordo) establecer una escala o medida de las tres variables. Por ejemplo, emotividad: una persona puede responder de modo muy emocional a un estímulo y quedarse tranquilamente sentada en su terraza ante otro de muy similar carga emotiva. Y en ese mismo sujeto habrá variaciones, según el día, la ocasión, el humor y otros mil imponderables.



Además, a mí el asunto me acaba pareciendo más una tipología moral que una tipología psicológica: emotivo es lo contrario de insensible y activo lo contrario de vago, el primario es más tarambana y el secundario tiene la capacidad de pensárselo mejor... Por no hablar de la nula aplicación del patrón en el ámbito educativo o de recursos humanos: oiga, ¿por qué ha suspendido mi hijo? Es que es un poco amorfo. ¿Y por qué no me han dado el trabajo? Es que hemos detectado que es usted un tipo apático... Pues no se hable más, oiga.




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