viernes, 9 de febrero de 2018

Ocho Apellidos Catalanes. La Comedia Plurinacional

Me hubiera gustado ver la gala de los "Goya", pero aquella tarde tenía que ir a entrecavar ciruelas y me la perdí, igual que el año pasado que estaba en el proctólogo y el anterior, por un compromiso inaplazable con las avutardas... Bueno, de este modo no sé qué novedades de nuestro cine merecen la pena, pero a mí me gustó mucho "Ocho apellidos catalanes" de Emilio Martínez-Lázaro, espero que le dieran un montón de premios, pues la disfruté casi tanto como "Las Autonosuyas", dirigida en 1983 por Rafael Gil y de orientación temática y estilística similar.


"El problema lo tenemos con los cuatro
funcionarios de siempre"

Debo agradecer la recomendación de verla al dirigente político y acreditado cinéfilo, don Pablo Manuel Iglesias, el cual tras su visionado, declaró con entusiasmo: "Creo que es la primera película que veo en la que hablan en catalán, español, euskera y gallego. La mayor parte de los ciudadanos han entendido ya que la grandeza del país es su diversidad y su plurinacionalidad" Ver en prensa. No te digo más, en cuanto me he topado con semejante joya fílmica en el catálogo de Netflix, me he lanzado a verla con el ánimo de convertirme en un ciudadano entendido en grandeza y plurinacionalidad.



"He tenido una pesadilla: volvíamos a ser españoles"

Cosa que, honestamente, no he conseguido. Me lo impidió un cierto tedio que, como si fuera un ruido de fondo, se apodera de la cinta de un modo creciente conforme el metraje avanza... No sé si Esteso y Pajares hubieran inyectado un poco más de credibilidad en los estereotipos comunes a las comedias que factura nuestra fláccida industria. Nuestro cine cómico rara vez busca una identificación con las vivencias de un espectador al que desprecia. Más bien basa su efectividad en proponer unas risas a costa de los adictos de todo tipo, los física o moralmente deformes, los pobres, los mariquitas, los tartamudos, los cegatos o los retrasados. En este caso, el blanco de las burlas son los alienados por cuestiones de identidad nacional y es de agradecer que lo haga con bastante ecuanimidad: vascos, catalanes y el resto de los españoles son reflejados como sujetos de una alienación igualmente perturbada y risible.


Peinada con rastrillo

No obstante, pese al horrendo peinado de la Lago, la rutinaria actuación de todo el reparto (a excepción de la Sardá, que compone un personaje verdaderamente gracioso), la carencia absoluta de gags notables (se quedaron todos en su antecesora) y el guión de una inconsistencia manifiesta, cuajada en peripecias sentimentales muy endebles (no, no está basado en Molière), pese a todo lo apuntado, digo, el filme tiene un valor inesperado en su haber: es premonitorio, pura anticipación.



Visca la república

Me explico: fue estrenado en noviembre de 2015 y casi no me cabe duda de que ha servido de inspiración a los artífices del "procés" que se han basado en aquél de manera milimétrica. 


En la película, Pau tiene una abuela muy rica y, para alegrar a la anciana señora en sus días postreros, finge la existencia de una república catalana independiente, que abarca a su localidad, a la boda del propio Pau y a todos los extras convencidos de una manera u otra; me recuerda a la indispensable "Goodbye Lenin!", solo que aquí sería "¡Goodbye Borbón!"

Indepes de buen rollito

Y el caso es que el "procés" en su materialización real ha ido, paso por paso, siguiendo el modelo de la película: hay una abuelita, llamémosla en clave "la madre superiora", a la que sus nietecitos, para heredar la masía, le han construido una república de fantasía y ensueño, también llena de figurantes, que se desviven por complacerla y que se vaya al otro mundo feliz y realizada. En vez de "basada en hechos reales", debieron poner en la pantalla: "basará hechos reales". Los hechos reales han sido más torpes y risibles aún que los de la pantalla, pero en eso no me meto.

Lo que pasa es que el libreto, que malamente valía para llenar una película de cien minutos de equívocos y chascarrillos, no alcanza para una serie de alto presupuesto en escenarios de lujo, Parlament, Palau de la Generalitat, Bruselas, Waterloo, con un episodio diario, que amenaza con perpetuarse ¿cuántas temporadas? Ya cansa, ¿verdad? Y lo que nos queda... ¡Y estos actores están todos muy por debajo de la Sardá! ¿Quién ha hecho el casting?




Bueno, pues cansemos todos y yo el primero por la senda inconstitucional: acabo con un "meme" actual, de elaboración propia, que tiene bien poca gracia, claro, como todo el asunto.


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