martes, 6 de febrero de 2018

Oryx Y Crake - Margaret Atwood

Ha ocurrido. Tenía que llegar y se nos ha llevado a (casi) todos por delante. Un mundo estragado por la desigualdad, la superpoblación y el deterioro medioambiental no sobrevive a la enésima revolución, esta vez la biotecnológica, que termina produciendo lo que la autora designará en una obra posterior como el "Diluvio Seco", una versión particularmente fulminante y cruel del Apocalipsis, el Armagedón, el exterminio masivo de los seres humanos...

Para tema de una novela, no parece en exceso entretenido, tierno,  optimista, humorístico, apasionante ni sutil, pero la escritora logra un sabio combinado de todos estos matices, añadidos al sabor principal del relato: lo desgarrador.



Te lo recomiendo

Margaret Atwood (Ottawa, 1939) es una escritora canadiense que, en la actualidad, nos muestra la apariencia de una persona mayor frágil, sonriente y con un punto de coquetería, vivaz y activa, como comprobamos a través de este enlace: 

https://elpais.com/cultura/2018/01/16/actualidad/1516091421_335382.html.
Recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (actualmente Princesa) en 2008, por lo cual debería ser mínimamente conocida por lectores de estos pagos, cosa que me temo que no ha ocurrido hasta, sí, por supuesto, el triunfo de una serie de televisión, "El cuento de la criada", basada en su novela homónima, la primera de las suyas que yo tuve ocasión de leer, quedando tan impactado que me he propuesto no ver un solo capítulo de la serie, prefiriendo lo construido en mi propia imaginación, antes que las imágenes televisivas, destinadas a decepcionarme sí o sí.

Margaret Atwood publicó "Oryx y Crake" en 2003 y, aunque en España salió casi enseguida, yo no me enteré hasta el año pasado y tú no sé a qué esperas.



Portada en español

Colindante con la Ciencia Ficción, el relato de Fantasía o el Terror, es o me ha parecido, muchísimo más que una novela de género, Literatura con mayúsculas diría, si no fuera pedante (el calificativo favorito de Crake).


En el libro, se nos traslada a un futuro, que parece cercano pero es bastante chungo: un planeta abarrotado habita en dos espacios diferentes, el de los "complejos" y el de las "plebillas" (lo que ahora llamamos ciudades). Los complejos son bastante guays, hay de todo en abundancia y los trabajos parecen mazo interesantes. Las plebillas, pues ya te puedes figurar, pobreza, inseguridad, basura, masificación y todo sucedáneos. De cerca, los complejos no son tan flipantes: sobra control y falta autonomía personal. Las sofocantes medidas de seguridad, protegen de los peligros exteriores pero, sobre todo, fiscalizan el desempeño interior (ay de los disidentes, los desertores y los traidores). Los complejos más avanzados se consagran a la manipulación biológica: cerdos donantes de órganos, pollos con doce muslos y sin cabeza, cosas así.



Portada 2

Como el asunto se les acaba yendo de las manos, o eso parece, por culpa de "una bioforma hostil" que deja al ébola a la altura del acné, el relato está construido desde la memoria de un superviviente, Jimmy "Hombre de las Nieves" un ser humano física y moralmente estragado por la desnutrición, los recuerdos y la culpa. A través de él conocemos a los otros dos protagonistas, su amigo, el megabrillante, todopoderoso e impenetrable Crake, y a la amada de ambos, la cautivadora Oryx que fue vendida en un pueblo del sudeste asiático a los traficantes y ha sido actriz porno infantil.



Premio Principe de Asturias

De la mano de estos tres personajes - ¿tres seres mitológicos? - vamos asomándonos a los secretos del fin del mundo; de sorpresa en sorpresa, nos explicarán este "borrón y cuenta nueva" con el destino del género humano, en una especie de refundación y, al cabo de más de 400 páginas, nos acabaremos de quedar patidifusos con un final abierto y sin habernos aburrido durante una sola línea.



Margaret Atwood hacia 1970

Una novela compleja, o puede que incluso ligeramente enrevesada, que requiere un pequeño esfuerzo, sobre todo al principio, hasta que uno supera la extrañeza y se sumerge en el mundo propuesto por la autora. Para empezar está lleno de neologismos originales y, desde luego, no es facil hacerse a los paisajes físicos y humanos posteriores a una hecatombe global, más aún si se construyen con un mosaico de flashbacks que no siguen una secuencia temporal lineal. Así que comenzamos bregando un poco y, a partir de cierto momento, fluye la buena literatura y el interés del relato es absorbente, quedamos hipnotizados por el frío espanto de una distopía que conocemos muy bien, que podemos anticipar a la perfección, que está quizás a la vuelta de la esquina. Las pesadillas son tan verosímiles y tan atroces que, aunque tengas un pulso apto para el robo de panderetas, podrías acabar temblando.



La autora en una imagen reciente

El horror y la esperanza se entretejen en las líneas de ésta, en mi opinión, cumbre de la fantasía científica. Ah y tiene secuelas, si como yo, no has tenido bastante, puedes continuar con "El Año Del Diluvio", donde explora puntos de vista complementarios que, sin darte el porrazo sorpresivo de esta obra, sí que completan y amplían el panorama (devastador) de la misma.

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